[] Fractario-Re: agosto 2008

martes, 26 de agosto de 2008

Borrador

Escribo
orinando sentimientos
mientras las palabras se pasean por la alcoba.
El tigre imprime en cada idea una causa para el olvido.
La tinta roja, azul y negra; la tecla que suprime en la computadora
son el pretexto para alejar al fantasma.
Tecla y tinta, ahora en comunión destruyendo,
separando letras, hasta llevar al margen del cuaderno
tu espejo d e s a r t i c u l a d o ;
así, con el azar en la página y el cariño vomitado,
abriendo espacios, separando tu presencia de las sílabas.
No queda más que pedir un documento en blanco

martes, 19 de agosto de 2008

Foto I


El blanco y negro recuperando el sepia en la memoria.
Una mirada que sugiere una pérdida, un llamado.
Los recuerdos: especie de silencios, que juegan, que clavan sus uñas y se niegan al olvido. La tarde limpia de autos y música lejana, el sonido se detiene,un alto deliberado reclama a través de la imagen sepia que está frente a mi, la palabra, las palabras que has dejado de decir, que han dejado de escribir y, desdoblan una infancia, de esta forma se detiene la sintaxis, una vez más...

viernes, 1 de agosto de 2008

No song

La ciudad entera está llena de solitarios
dominados por la nostalgia del pasado.
EnriqueVila-Matas.
Drifting Body Its Sole Desertion
Flying Not Yet Quite The Notion.
Jerry Cantrell.


Sobre la mesa están las líneas de una posible canción. Esas líneas son la metáfora de una noche de paseo de Layne, el quejido de las hojas de los árboles, la parte próxima al vacío.
Hay una historia que se cuenta en las partituras y hay otra que simplemente existe de manera alterna. Un escritor encuentra lo que parece un hallazgo. Una tarde de tragos en alguna ciudad con ruidosos pedales grunge es el escenario. Conoció a Jerry en un Club a mediados de los 80´s, Jerry siendo ya un guitarrista con genio, sabía desplazar la mano por las notas con carácter, pero cuando se trataba de molestar al público, tenía siempre preparada una buena cantidad de acordes con distorsión armonizada.
Hay un guitarrista al que llamaremos Marc: joven de 27 años, usa cabello largo, pantalón de mezclilla y camisa de franela. Dedica sus tardes a la búsqueda de LP´s. Así había encontrado los clásicos Are you experienced? de Hendrix, This note´s from You en el sello BLUE NOTE de Neil Young.
Cansado un poco de los acordes basados en quintas, Marc recorría los clubes buscando algo diferente, encuentra una banda llamada The Gacy Bunch, la cual tenía la peculiaridad de indagar en las raíces del blues, sin apartarse por completo del sonido de Seattle.
Marc gustaba de darle vida ajena a sus personajes reales, solía crear historias de los músicos que iba conociendo, hacer una especie de homenaje perdido en el cuaderno que llevaba siempre. Ahí frente al escenario: Marc, un bolígrafo y el cuaderno de notas; biografías de extraños o simplemente alguna curiosa nota sobre el músico.
En una página suelta se lee:
Camina por la calle empedrada, acelerando el paso al dar vuelta a la esquina. Sonidos y luces. Sus pies no resisten más, lleva todo el día, se mueve sin saber a dónde va, por qué salió de casa.
Uno de sus amigos le había comentado que visitara al médico, después de que el último concierto fue realmente lamentable, no era el frío el que había entumido sus dedos, era como si sus pensamientos se hubieran detenido. Primero vio como se estrellaba el vidrio grueso de sus recuerdos, cada pedazo de cristal en el suelo, cada parte de su vida en un acantilado, después, ya estaba con luces taladrando como alfileres, la visión se perdía, los sonidos eran fuertes, las notas delicadas encontraron la puerta clausurada al oído.
Sus problemas empezaron en uno de sus últimos viajes. Salía con una mujer que vivía deslizando su vida entre el son del padre y la música portuguesa de su madre. Había estado completamente entregado a esa relación de corto tiempo, fue como adentrarse a un instrumento nuevo, el olor delicado de una canela que se desvanece en el café, la voz como motivo para llevarlo a penetrar por sus historias, era una música cortada entre el fado y el son.
Ella sale una tarde, se pierde entre los pasos en la arena y el sonido del aire. La relación musical duró unos meses, que no son pocos, si se piensan como una infinita posibilidad de movimiento, nota a nota resonando en un espacio blanco. Aún recordaba la brisa del mar portugués, cada insistencia salada del recuerdo lo había llevado al fractal en su mente, cortar, desprender cada olor, cada mirada, el incesante sonido del viento que corría a la par de las palabras de ella.
Varias noches detuve mi tiempo en algunas partituras de algunos virtuosos, esto me llevó a rastrear el paradero de esta tablatura sin nombre, no había visto a alguien con tal facilidad para la comprensión y ejecución de la música que él poseía, era su lenguaje, su forma de vida, hablaba en notas, se movía…

Marc creía en la idea de concentrar la esencia de la música en su cuaderno, aquello que no escuchamos a primera instancia, Seattle o cualquier ciudad de Portugal, reducida y alterada por la locura de su autor. Un autor obstinado, creador de mundos posibles, un conspirador al que sólo le importaba el dinero para la búsqueda de sus LP´s. Más que un músico, Marc era un escritor escondido, como tantos, que se escapa en las letras de su cuaderno.
Una noche, alrededor de las once, escribe: Conóceme roto por mi maestro, él enseña sobre la infancia del amor en el futuro. Dentro, la inundación otra vez, el mismo viaje de regreso.
Entonces, descubrí un gran misterio. Intento ver mi camino por primera vez. El cuerpo veloz es como una planta desolada que vuela, la noción aún no está tranquila. ¿Estoy errado?¿Tengo que correr lejos para volver a casa? ¿Me fui?
La tarde de ese día, Jerry Contrell lo encuentra sentado, con su postura clásica frente al escenario con un cuaderno y bolígrafo en mano.
¿Puedo sentarme?, dice Jerry.
Marc pide un par de whiskies, y mueve la silla para éste. Esta ciudad se está convirtiendo en un espacio para la desolación, la estridencia, uno podría suicidarse en cualquier momento con esa música, se respira cierta enfermedad.
Jerry se queda consternado. Pensé que te agradaba esa música, con frecuencia te encuentro por estos lugares.
No, no, nada de eso, en realidad me gusta más la raíz de ésta. Pensar en el blues, por ejemplo. Me parece que hay músicos que han sido capaces de percibir en el presente las líneas básicas de la realidad futura, creo que se trata de buscar entre las líneas transparentes que se encuentran en el pentagrama. Dice eso mientras de un sorbo termina su whisky. Pide la cuenta. Marc aprovecha las notas de un solo en el escenario para perderse en el Club.
Sale a pasear. Ligero movimiento del viento en su cabello, un bolígrafo en mano. La inundación otra vez. Mi cuerpo se desplaza veloz como una planta, desolada. Mientras camina, recuerda el accidente, su pareja había muerto, desapareció una tarde, Marc seguía pensando en eso.
Jerry sigue sentado en el Club, hojea el cuaderno y piensa en si acaso Marc lo ha dejado con algún propósito. Lo lee de manera desinteresada. Creía que iba a encontrar otra cosa, nada ahí le interesa, letras, sólo muestras de vacío. Se levanta con un cigarrillo en la mano. El cuaderno sobre la mesa.
Un tipo que tiene un porte diferente, no usa pantalones rotos, ni camisa a cuadros, entra al Club, se sienta en la barra, enciende un cigarrillo y pide una cerveza. Parece ser un periodista, quizá venga a cubrir la noticia del vocalista desaparecido de The Gacy Bunch.