[] Fractario-Re

miércoles, 26 de marzo de 2008

Son azul

La ciudad entera está llena de solitarios
dominados por la nostalgia del pasado.
Enrique Vila-Matas

Camina por la calle empedrada, acelerando el paso al dar vuelta a la esquina. Sonidos y luces. Siente la necesidad de tirarse en cualquier parte. Sus pies no resisten más. Lleva todo el día. Se mueve sin saber a dónde va. ¿Por qué salió de casa? Mira el árbol de la infancia que no está ahí, en ese espacio en el que ya descansa.

Dìas antes unos amigos, le habían comentado que visitara al médico, después de que el último concierto fue realmente lamentable; no era el frío el que había entumido sus dedos, era como si sus pensamientos se hubieran detenido, primero vio cómo se estrellaba el vidrio grueso de sus recuerdos, cada pedazo de cristal en el suelo, cada parte de su vida en un acantilado, después las luces penetrar por sus pupilas, taladrando como alfileres, la visión se perdía, los sonidos eran fuertes, las notas delicadas encontraban la puerta cerrada al oído.

En uno de sus últimos viajes había iniciado el problema. Salía con una mujer que desliza su vida entre el son jarocho del padre y la música portuguesa de su madre. Había estado completamente entregado a esa relación de corto tiempo, fue como adentrarse a un instrumento nuevo, el color dorado de la piel, el olor que penetraba de manera sutil como la canela que se desvanece en el café. La voz que fue el motivo que lo llevo a penetrar en sus historias. Era una música cortada entre el fado y el son.

Ella sale una tarde, se pierde entre la arena y el sonido azul del viento. La relación musical duro sólo unos meses, que no fueron pocos, si se piensan como una infinita posibilidad de movimiento,nota a nota resonando en un espacio blanco.

Aún recordaba la brisa del mar portugués, cada insistencia salada del recuerdo lo había llevado al fractal en su mente. Cortar, desprender cada olor, cada mirada, el incesante sonido que corría a la par de las palabras de ella.

Conocí al músico, varias noches detenía mi tiempo en algunas partituras, esto me llevó a rastrear el paradero de esta tablatura sin nombre, no había visto a alguien con tal facilidad para la comprensión y ejecución de la música. Era su lenguaje, su forma de vida. Hablaba en notas y se movía de manera sincopada, a destiempo; pero su cuaderno pautado estaba en blanco. Él creaba su camino como una composición improvisada.

viernes, 7 de marzo de 2008

Fragmento

Días antes se refugió en los sonidos graves del bajo que limpiaba y cuidaba sin darse cuenta de que existía algo simbólico. Empezó por quitar cada uno de los trastes, como si tuvieran cierta carga emocional: no había preguntas, sólo los quitaba.

Una estación gris como el clima, Monteiro acompañaba a su instrumento con su cabellera larga que en el viento chocaba, un balanceo ligero en cada paso. Gabardina negra para cuidarse del día y una pequeña mochila que contenía un universo mínimo.


Era un músico excéntrico, tenía la técnica de Pastorius y la velocidad de un guitarrista flamenco y, en el fondo, tocaba para nadie. Su música la construía a base de fragmentos: cortaba cada pieza y jugaba con posibilidades infinitas, cada nota era un trozo de vida. Sólo se dedicaba al fragmento, insisto. Como todo Jazz men su vida estaba dividida: [una casa] [una amiga] [hoteles baratos] [un barrio en las afueras] […]

Sólo ella hacía olvidar el fragmento y complementar su música.

Monteiro sube al vagón, su equipaje es nulo; el destino indefinido, el dinero seguramente es poco. Entra al cuarto y del estuche saca el fretless. Prepara el metrónomo. Libera los largos dedos de los guantes de piel. El frío fuerte. Una escala, otra más: improvisar con la mano suelta, en comunión las notas y sus dedos. Una pequeña parte de un blues: sólo una. Y en el recuerdo azul, las notas suben y bajan, pasean rápidamente, se detienen, guardan silencio, un swing, lento, delicado y de repente la sensación, sólo la sensación de tranquilidad. Deja de tocar y extrañamente no sucede nada y cada pasaje continuo le da la posibilidad de una pérdida de la memoria, cada traste que recorre, es eso, una pérdida.

Empieza a acostumbrarse a ese tipo de cosas: salir de casa y al final del día no saber porque está en otra parte de sí, en otra ciudad.
Y regresa entonces, a recorrer el diapasón del Bajo, cada espacio vacío del metal.

martes, 4 de marzo de 2008

Mood Indigo

You aint been blue; no, no, no.
You aint been blue,Till youve had that mood indigo.
That feelin goes stealin down to my shoes
While I sit and sigh, go long blues.
Always get that mood indigo,

Since my baby said goodbye.
In the evenin when lights are low,
Im so lonesome I could cry.

cause theres nobody who cares about me,
Im just a soul whosBluer than blue can be.
When I get that mood indigo,
I could lay me down and die.

domingo, 2 de marzo de 2008

Tanto te quiero que no sé quererte
me gusta tanto tu cuerpo y lo que en ti no es tu cuerpo
que no comprendo por qué nos hemos perdido
si en cada paso te encuentro, si cada vez que te he besado
he besado más que la carne de la que estás hecha
si nuestro matrimonio murió de juventud como otros mueren de vejez
si después de ti, mi soledad se llena de tu olor
del entusiasmo de tus proyectos y de la redondez de tus nalgas
si me ahogo con una ternura que no logro expresar aquí
En este momento mi amor, te digo adiós
y te llamo sabiendo que no vendrás pero deseando que vengas
de la misma manera que un ciego espera los ojos
que deben llegarle por correo.


Antonio Lobo Antunes

sábado, 1 de marzo de 2008

PUZZLE I

Una pieza blanca. Un reflejo de luz que fragmenta tu pierna.

Calles incompletas de la mente, la sensación de extravío. He pensado que no necesito un automóvil para dar un paseo a mi vida.
Por las calles más oscuras de la ciudad, caminamos, estáticos y deteniendo el segundero en cada esquina.
Busco la ausencia en las noches en que armo mi camino con el rostro de la luna y tus esquinas inventadas.
Creo invariablemente en el fragmento y fragmento este relato:
El fragmento de la luz de tu pierna en mi mente me persigue, tu detalle.
Al final siempre falta algo, un fragmento del espacio, vacío.

viernes, 15 de febrero de 2008

martes, 12 de febrero de 2008

Ella quería salir, moverse, dejar atrás algo, no sé, en el fondo sentía la necesidad de trazar, delinear, pero tenía una sensación, un ligero peso. Decidió trabajar, ganar su propio dinero, no importaba mucho el pago, quería sentirse propia de su vida, es decir, quería hacer lo que le viniera en gana, era su tiempo y espacio. Cada noche guardaba un objeto en una peqeña caja, todas las noches lo hacía como ritual, esa idea repetida de borrar a partir de un cosa extraviada, le encantaba. Tenía una tenue luz enfrente de su cama, un libro siempre abierto, una historia encerrada en lata. Un sacacorcho fue esa noche el motivo, un vino con mal recuerdo, una resaca impresionante la acechaba, su lata fue invadida por un corcho Argentino. Otra más, fue un sacapuntas, la carta de despedida a su familia, éste era el detalle de la historia. Una tarde, después del trabajo, se dió cuenta que ya sólo quedaban ella y la extraña lata que ya estaba oxidada, la luz empezaba a perderse, entraba la noche, tenía una ligera idea de quién era, cada fragmento de ella estaba perfectamente acomodado en su caja, toda nostalgia encimada con sus ratos gratos, las lágrimas enterradas con las risas, que de vez en cuando se oían.

Una muchacha en la calle 23, es recogida por una familia, la chica está sucia, ausente y lleva en la mano un lápiz partido por la mitad.

lunes, 11 de febrero de 2008

PUZZLE

Una pieza blanca, un reflejo de luz que fragmenta tu pierna.

Las calles incompletas en la mente, la sensación de extravío. Salimos, una botella de agua para el recorrido, siempre he pensado que no necesito un automovil para darle un buen paseo a mi vida, caminamos juntos varias veces por las calles más oscuras de la ciudad, siempre había algo que nos hacía mostrarnos estáticos, deteníamos el segundero toda vez que nos parábamos en las esquinas.

Busco en el día esa ausencia, busco en las paradas del camión algo en particular, pero el autobús siempre pasa antes, me deja, me gana, me desplaza al pasado.

Las noches son mejores, el armar mi camino con pasos pesados, con los rostros de la luna, con tus esquinas inventadas, piezas diminutas que se organizan de manera tal, que le dan rectitud al laberinto, sólo unas cuantas líneas rectas y lo demás sigue siendo eso...

Soy de ese tipo de personas que llevan un pedazo de cartón en el bolsillo, un trozo de recuerdo en el bolsillo, creo invariablemente en el fragmento.

Un brillo de luz me persigue por la acera, es la figura recta, esa luz en mi mente, tu pierna en mi memoria, tu pierna dibujada entre las sombras, un detalle de tu cuerpo, una pieza...

Siempre me falta algo, siempre hay un espacio vacío, aparentemente la calle se ilumina con la luz blanca que brota del charco de agua, hasta que se pierde, una nube o el final del pequeño lago citadino. Además no siempre llueve, no siempre uno encuentra las imágenes que quiere, las buscas pero se resisten, las cosas simples como el reflejo detallado de tonos plata, se ocultan, se oscurecen, como el cartón que está en mi bolsa, el cartón que se ha mojado le da otros tonos al blanco, mi bolsa que está en la mezclilla, la mezclilla que se deplaza por la calle...la calle que busco en días de lluvia.