Si las cosas aparecen de manera gratuita, alguien entonces debería decirme qué significa el hecho de que, ayer por la mañana escuchara Travel de los Lounge Lizards y al mismo tiempo, en otro espacio, un espacio simbólico supongo; una persona a la que consideraba un excelente conversador, un gran lector por lo demás y un amigo como los pocos, moría. La noticia me llegó tarde, lo supe a penas ayer por la noche. No fue hasta abrir mi correo electrónico que, dicho sea de paso, es el único medio de comunicación al que hoy en día le soy fiel; leí en la pantalla que había muerto y fue como un flechazo directo a alguna parte de mi ser, saber que no habría más charlas con él, no más tardes de café y psicoanálisis y el reconocimiento en ese espejo que se crea en el tejido de las palabras, no más pláticas sobre nuestros autores, sobre la muerte en la literatura. Ya nunca podremos hablar sobre aquella Agenda del suicidio y ya nunca, tampoco, regresaremos juntos a aquel lugar que nos gustaba tanto de empanadas argentinas ni habrá más encuentros fortuitos en los pasillos de las librerías, donde le veía callado acercarse con su forma azarosa a los libros y al final, antes de despedirse, me contaba alguna anécdota sobre Cortázar, o sobre lo que le había llevado a leer a algún escritor japonés que yo desconocía.
Pocas veces he sentido la muerte cerca, a pesar del gusto que tengo por ciertos escritores y el roce que ésta mantiene en cada una de sus letras. Anoche, fue como tenerla en casa diciéndome en secreto que en cualquier momento, no de manera clara, pero sí de forma simbólica que todo valía madres, fue como una muestra de insipidez por la vida, como una llamada de atención a la pretensión, porque, después de todo, partiremos con o sin ganas de este sitio.
Supongo que a muchos nos ha pasado alguna vez la desafortunada espera de la última cita, ésa que cifra cierto deseo, ciertas ganas de algo, y en algún momento, algo lo trunca, lo desvanece y sabes entonces que no sucederá jamás, te muestra una parte de la fragilidad, lo efímero se transforma, y es como si se corporeizara, el tiempo toma forma por un breve instante y se funde junto a las ganas...
No podía ser de otra forma, no está de más decir que la única reproducción del video en youtube que encontré, también muestra la insipidez de la que hablaba.