[] Fractario-Re: 2008

sábado, 20 de diciembre de 2008

Golpea la hoja un martillo
el silencio batalla
degenera la palabra.

Siempre hay un enfrentamiento:

a veces la noche miente
y perfila su blancura la nieve
otras, el silencio inanimado
es reflejo absoluto de la voz.

Una vez más pregunto desde el vacío,
hablo ausente en el acantilado
tenso lo más que puedo

la mirada.

Inserto el sonido mínimo
espada ambigüa del lenguaje
instante
que se mantiene en la nota.

jueves, 11 de diciembre de 2008



Oscilan las palabras,

las miradas a veces se pierden.
El detalle no está en su lugar,
extraviado como tantas cosas
en un orden cronológico.
Ocupa el espacio la incertidumbre.
El fonema crea la palabra
trascendida por el viento
y se va el sonido
no se detiene.
Hay un silencio de espejos.
Sólo queda
consumida
la memoria.


Imagen tomada: ciudadcultura.com.mx Autor: Leopoldo García

martes, 9 de diciembre de 2008

Instantánea I

La oscuridad se despliega inmensa reflejándose en los charcos
llena del bullicioso pasado que ahora silencia,
el juego de sombras, las miradas presienten, se tocan, se respiran
como el deseo, son una luz intermitente que dura el tiempo de un alto.
El automóvil se ha detenido con paciencia zen
se baña con las primeras gotas de sol,
hay un tiempo ahí adentro,
una humedad que traspasa la barrera metálica,
un ambiente que se recorre entre fluidos.
De su boca se desprenden gemidos que antes fueron palabras:
el amanecer tiene la facultad de modificar los sonidos
los convierte en un ritmo
un swing que se repite en una escala inabarcable.
Te mostraste breve, palabra finita,
llena de nimiedades que ahora sostienen mi brevedad
y no estarás más para abarcarte completa.
Entonces me quedo con la medida milimétrica,
con una sustancia que se evapora en las gotas del auto
ante los primeros rayos agudos del sol.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Instantánea II

Mirada incandescente,
fragmentaria mirada
a lo lejos
detención inmediata del tiempo
flash introspectivo,

se aligera un momento el recuerdo:
inflexión de mi cuerpo;
te presiento,
tomo prestado de ti todo
y te abrazo a la memoria
quebrada, rota:
luz fragmentaria.

Instantánea III


El timbre de su voz:

nota l a r g a,

aguda

suena repetida

nota aguda

en el clarinete gastado

de mi memoria.





sábado, 22 de noviembre de 2008

Instantáneas IV


La fractura fría

mínima de un vidrio

en mi ventana

refleja un momento.

La diminuta carcajada

suena al otro lado del cristal

arrastrada por el viento.

No hay cortinas para crear el vacío

el vaho

nada detiene la voz.

El silencio

congelándose en la acera.

martes, 28 de octubre de 2008

Thirty-second note

Las palabras transmutándose
silencio en nuestras bocas
lamen y atraviesan labios
intentan hablar
el lenguaje del olvido.

El silencio es una pregunta abierta.
La palabra se demora un instante
se vacía:
saliva en la lengua del otro.

Mi silencio se enfrasca
en una mirada,
fluye en un torbellino incipiente
que cobra un nuevo enfrentamiento:
la distancia.

jueves, 23 de octubre de 2008

Album

I am almost never there, in these
old photographs: a hand
or shoulder, out of focus; a figure
in the background,
stepping from the frame.
I see myself, sometimes, in the restless
blur of a child, that flinch
in the eye, or the way
sun leaks its gold into the print;
or there, in that long white gash
across the face of the glass
on the wall behind. That
smear of light
the sign of me, leaving.

Look closely
at these snapshots, all this
Kodacolor going to blue, and you’ll
start to notice. When you finally see me,
you’ll see me everywhere — floating
over crocuses, sandcastles,
autumn leaves, on those
melting snowmen, their faces
drawn in coal; among all
the wedding guests,
the dinner guests, the birthday-
party guests — this smoke
in the emulsion: the flaw.
A ghost is there; the ghost gets up to go.

Robin Robertson

miércoles, 15 de octubre de 2008

Desert

Una mirada se oculta

tiembla

la palabra y toda ella;

el lunar en su cara

moviéndose en un ritmo pausado

del temblor,

y el labio derrite

en humedad el labial.


Comparto mi desierto sin decirlo

las agujas que se multiplican

están ahí en el cuerpo

las cactáceas

sin color; el espacio no se tiñe de rojo

las palabras intentan pintarlo.


Mi respiro corre por un aire oscuro

va de prisa en mis pulmones

dura un día, una semana

corro hacia mi invisible campo de sangre

que ya no tengo

me he convertido en una esquirla del desierto.


No me reconozco

encuentro juegos que deliran

en espejos

descifro el día, le doy un color

y por la noche tiemblo.

martes, 14 de octubre de 2008

Ecuación

I

Qué tendrán los reflejos

que te ocultan

en este ocultamiento

la noche: que todo lo contiene

y que de manera perpetua te silencia.

El murmullo nocturno me despierta.


II

La oscuridad invade, como aullido de perro

en la noche

el sonido se refleja, se mece en los espejos

y es ahí donde busco

ahí donde me pierdo.

III

El cielo se desnudaba ante nosotros

estrellaba su reflejo en tu sonrisa/dilatada.

La oscuridad fragmentada suma todas las ausencias.

Nadie habla solo

hasta el silencio resuena,

escucha

la noche resta, te reclama.

IV

En la suma desmemoriada de las letras,

las cantidades resultan siempre

inexactas

los vectores se alejan

y los polos se repelen

no dejas de mostrarte en la noche

como el resultado incuestionable

de la ausencia.

domingo, 5 de octubre de 2008

La tarde adquiere un tono oscuro

Eran largas las tardes cuando la poesía se desvanecía
y me quedaba solo con el monstruo opaco
de la ciudad.
Adam Sagajewski


Aquella noche no esperaba que sucediera. Empieza a acostumbrarse, a tomar las cosas tal y como se presentan. La había conocido entre libros, entre plantas y deseos, a través de la palabra; sin olvidar que el deseo es una tensión, que no permanece solo: una cuerda de violín muy bien afinada.

Me voy a Europa, dijo la primera y única noche en que se vieron, en su mente una imagen se proyectó, un deseo que había postergado, que estaba en el olvido. Caminaron cerca del centro antes de llegar al bar, el sitio más común de su vida, el espacio en el que olvida la rutina, siempre había alguien a quien encontrarse, alguna historia que salvaba su día o por lo menos, una nota azul que sale disparada desde la alta bocina del lugar. Clara había sido llevada al encuentro por un conocido, es curiosa la manera en que la vida muestra y prostituye las posibilidades, pensó una vez que se encontraron de frente en el bar. Bebieron un par de cervezas esa noche, después ella comentó que podría acercarlo a casa. La noche se ofrecía ligera y tranquila, se desdoblaba en el adoquín, los reflejos siempre le han gustado; no hacía frío, así que recorrió a pie las calles del centro. El andar a su propio ritmo era una de sus particularidades, jamás le ha gustado perseguir nada, prefiere inventar sus propias esquinas. Recordaba que alguien le había comentado acerca de los Corrales de Comedia, le pareció buena idea ir a conocer ese espacio, además estaba precisamente en el centro de la ciudad, un edificio con más de trescientos años de historia, como tantos lugares cercanos a su andar cotidiano, sólo que éste realmente le intrigaba, se trataba del primer teatro en Puebla. El horario sólo le permitió verlo desde afuera, y crear una puesta en escena mental, seguramente la acústica era buena, pensó esa noche, ya que desde la calle se oían claramente unas voces que provenían de lo que ahora es propiedad privada.

Clara le alcanzó en alguna esquina invitándole a subir al auto, él aprobó la idea, prefería andar a pie, pero el auto era cómodo y con espacio. Avanzaron por la ciudad, varias calles sin aparente rumbo, seguro no iban a casa. Se detuvieron. Platicaron, se presintieron, se besaron, y siguieron hablando en voz muy queda. La noche seguía cayendo a través de los cristales, la humedad se sentía en el ambiente, los primeros rayos del sol empezaron a asomarse como el grito agudo de un orgasmo, en las ventanas se desvanecía la imagen del rocío, compartieron su calor abrazados hasta que la gente empezó a salir a la calle

Ahora, sentado frente a su computadora, escucha como pasa la noche, como los autos que suenan por las calles se llevan una parte del tiempo, un trozo del día, y se pregunta qué hora es en el país en el que vive Clara. Amanece, la distancia se vuelve finita, hay sonidos comunes que unen, incluso los inarticulados, una noche que los inunda a través de las palabras que decidieron guardar, sabe que las noches para Clara ahora se traducen en tardes poblanas, que tendrá que seguir inventando esquinas, que la música en el bar seguirá sonando a destiempo, que la noche llegará por lo menos siete horas más tarde, y se pregunta cuánto tiempo dura afinado un instrumento sin que éste sea tocado.

sábado, 4 de octubre de 2008

...
miserables los dispersos reiteradamente juntan
cuatro cosas y el alegre respiron de un aire viejo
se saludan
se sospechan
desde la mutante memoria del amor
o la palabra (cualquier gesto) los agrupa
y los retiene
convidados de piedra confundidos en todo
...

Largas tardes

Eran largas tardes cuando me abandonaba la poesía.
El frío fluía paciente, empujando al mar barcas ociosas.
Eran largas tardes una costa de marfil. Sombras de
en las calles, escaparates con altivos maniquíes
que me miraban a los ojos osados y hostiles.
De los institutos salían los profesores con caras vacías,
como si Homero los hubiese vencido, humillado, matado.
Los periódicos de la tarde traían noticias inquietantes,
pero nada cambiaba, nadie aceleraba el paso.
En las ventanas no había nadie, tú no estabas,
incluso las monjas parecían avergonzarse de la vida.
Eran largas las tardes cuando la poesía se desvanecía
y me quedaba solo con el mounstruo opaco de la ciudad,
como un pobre viajero delante de la Gare du Nord
con una maleta demasiado pesada, atada con un cordel
en la que cae una negra lluvia, de septiembre.
Oh, dime cómo curarse de la ironía, de la mirada
que ve pero que no penetra; dime cómo curarse del silencio.

martes, 30 de septiembre de 2008

Consumación literaria

Leer, leer, leer; ¿seré lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que pasó?

Miguel de Unamuno

El librero de madera frente al sillón, a punto de desbordarse, se llena de más libro con letras plata. Los reflejos caminan ahora como dueños por la casa.

Había regresado esa mañana del parque. Tenía tiempo y decidió pasarlo en aquella librería que le gustaba tanto. Ese espacio lleno de olores, de historias y recuerdos que por momentos invaden. Un olor dulce lo atrae, no es la portada la que lo introduce en las historias, es el movimiento y el ron quemado del ambiente. Toma el libro y lo paga, sale de ahí.

En casa el librero empieza a tambalearse, convirtiéndose en un ritmo semejante a las manecillas del reloj, el sonido es ahora la expresión mínima de la soledad en casa.

Un libro lleno de polvo en el suelo, refleja mínimos destellos plata.

Por la noche revisa las páginas lentamente, el gato restriega su cola en la pierna, sintiendo más de una presencia. No se preocupa, la historia le ha ganado, es la página 366 y aún siente ganas de seguir leyendo. Ha decidido dejar de ser un lector salteado, prefiere terminar la historia de una buena vez. De un salto, el gato llega hasta las páginas del libro, cosa que ya no le disgusta, aunque sigue teniendo cierto cariño por las hojas amarillentas. Llega hasta el último párrafo y la presencia se ha acumulado, pero él sigue con la insistencia de terminar su libro. El gato se pierde maullando.

Se levanta del sillón en el que estuvo leyendo, apaga la lámpara de luz blanca, que empezaba a molestarle. Cruza un pasillo oscuro y frío para llegar a su cuarto, una leve mirada lunar se filtra. Son cerca de las tres de la madrugada, hora de dormir, ha pensado.

Un micro-universo se movía a la par de su lectura. Algo ronda por las letras infinitas de los libros en su biblioteca.

Por la mañana, entra a su galaxia de papel, miles de micro-luces le ciegan, un diminuto escuadrón invertebrado con destellos plata ha vivido en sus libros desde hace bastantes años. Un ácido alimenta a esas criaturas. Sale. Busca a Claus, ya que no durmió junto a su cama, la historia ahora podría pensarse como una idea que implica la desaparición, es decir, es un gato, lo que resta es que salga de su vida, él está acostumbrado a eso. Tenía cierto cariño por sus libros, una de las razones era que no pueden moverse, permanecen en casa, confiaba en que estarían ahí.

Vuelve a la biblioteca, un ejército de frágiles e infinitos destellos trepan hasta él, suben hasta su cuello, el cuerpo brillante es consumido poco a poco, es brisa de mar en un atardecer que declina en una playa casi imperceptiblemente, el cuerpo ronroneando cae desprovisto, consumido por los millones de reflejos que antes habían devorado las historias, cada una de las letras.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Without sounds

La nada no ocupa mi pensamiento sino mi vida.

Juan José Saer

Un hombre camina por la calle. El viento juega en el camino, choca contra las hojas y se estrella contra sí mismo, se atraviesa y penetra en delicada sincronía; él cree escucharlo todo, incluso el sonido gris que silba, imagina una voz, es más, son muchas voces las que susurran. Salió del bar en donde siempre le atiende una mujer clara, adivina sus pensamientos porque sabe que su lenguaje es prácticamente intraducible; el timbre de la voz femenina es como un clarinete que suena en los sueños.

La cotidianidad, algunos sonidos, las verdades y las mentiras ,entre otras cosas más, lo rebasan, por eso un día se quita una parte de sí; decide dejar de oír, desprenderse y probar con otros sonidos. Un poeta sin oído, un poeta que habla, escucha y escribe en otra lengua, su estrategia es suplantar al oído por las caricias visuales, por eso, cada noche transporta en la memoria a la chica del bar hasta su rincón más íntimo. De su bolsillo desdobla un papel roído que estaba pegado a una botella de cerveza, lo mete debajo del almohadón, es un recuerdo que cuida noche tras noche, pacientemente, después de haber bebido en el lugar de los no sonidos.

Pero al final qué son los recuerdos, sino una sustancia que se evapora hacia la nada, son la nada que se aligera.


viernes, 5 de septiembre de 2008

Sin Foto II

Fin de la belleza

¿es tan fácil tomar una fotografía, si la imagen se pierde, no hay encuadre, el papel polaroid deja de existir, la maquinaria del disparador se traba, el vestido verde se torna gris, se difumina, se muestra evanescente, el color absorbe la mirada, la mirada imperceptible, impenetrable; no reconozco a mi personaje en la piel, en el papel; cuando ni siquiera hay el menor intento de enfocar?
The garbage machine again...

martes, 26 de agosto de 2008

Borrador

Escribo
orinando sentimientos
mientras las palabras se pasean por la alcoba.
El tigre imprime en cada idea una causa para el olvido.
La tinta roja, azul y negra; la tecla que suprime en la computadora
son el pretexto para alejar al fantasma.
Tecla y tinta, ahora en comunión destruyendo,
separando letras, hasta llevar al margen del cuaderno
tu espejo d e s a r t i c u l a d o ;
así, con el azar en la página y el cariño vomitado,
abriendo espacios, separando tu presencia de las sílabas.
No queda más que pedir un documento en blanco

martes, 19 de agosto de 2008

Foto I


El blanco y negro recuperando el sepia en la memoria.
Una mirada que sugiere una pérdida, un llamado.
Los recuerdos: especie de silencios, que juegan, que clavan sus uñas y se niegan al olvido. La tarde limpia de autos y música lejana, el sonido se detiene,un alto deliberado reclama a través de la imagen sepia que está frente a mi, la palabra, las palabras que has dejado de decir, que han dejado de escribir y, desdoblan una infancia, de esta forma se detiene la sintaxis, una vez más...

viernes, 1 de agosto de 2008

No song

La ciudad entera está llena de solitarios
dominados por la nostalgia del pasado.
EnriqueVila-Matas.
Drifting Body Its Sole Desertion
Flying Not Yet Quite The Notion.
Jerry Cantrell.


Sobre la mesa están las líneas de una posible canción. Esas líneas son la metáfora de una noche de paseo de Layne, el quejido de las hojas de los árboles, la parte próxima al vacío.
Hay una historia que se cuenta en las partituras y hay otra que simplemente existe de manera alterna. Un escritor encuentra lo que parece un hallazgo. Una tarde de tragos en alguna ciudad con ruidosos pedales grunge es el escenario. Conoció a Jerry en un Club a mediados de los 80´s, Jerry siendo ya un guitarrista con genio, sabía desplazar la mano por las notas con carácter, pero cuando se trataba de molestar al público, tenía siempre preparada una buena cantidad de acordes con distorsión armonizada.
Hay un guitarrista al que llamaremos Marc: joven de 27 años, usa cabello largo, pantalón de mezclilla y camisa de franela. Dedica sus tardes a la búsqueda de LP´s. Así había encontrado los clásicos Are you experienced? de Hendrix, This note´s from You en el sello BLUE NOTE de Neil Young.
Cansado un poco de los acordes basados en quintas, Marc recorría los clubes buscando algo diferente, encuentra una banda llamada The Gacy Bunch, la cual tenía la peculiaridad de indagar en las raíces del blues, sin apartarse por completo del sonido de Seattle.
Marc gustaba de darle vida ajena a sus personajes reales, solía crear historias de los músicos que iba conociendo, hacer una especie de homenaje perdido en el cuaderno que llevaba siempre. Ahí frente al escenario: Marc, un bolígrafo y el cuaderno de notas; biografías de extraños o simplemente alguna curiosa nota sobre el músico.
En una página suelta se lee:
Camina por la calle empedrada, acelerando el paso al dar vuelta a la esquina. Sonidos y luces. Sus pies no resisten más, lleva todo el día, se mueve sin saber a dónde va, por qué salió de casa.
Uno de sus amigos le había comentado que visitara al médico, después de que el último concierto fue realmente lamentable, no era el frío el que había entumido sus dedos, era como si sus pensamientos se hubieran detenido. Primero vio como se estrellaba el vidrio grueso de sus recuerdos, cada pedazo de cristal en el suelo, cada parte de su vida en un acantilado, después, ya estaba con luces taladrando como alfileres, la visión se perdía, los sonidos eran fuertes, las notas delicadas encontraron la puerta clausurada al oído.
Sus problemas empezaron en uno de sus últimos viajes. Salía con una mujer que vivía deslizando su vida entre el son del padre y la música portuguesa de su madre. Había estado completamente entregado a esa relación de corto tiempo, fue como adentrarse a un instrumento nuevo, el olor delicado de una canela que se desvanece en el café, la voz como motivo para llevarlo a penetrar por sus historias, era una música cortada entre el fado y el son.
Ella sale una tarde, se pierde entre los pasos en la arena y el sonido del aire. La relación musical duró unos meses, que no son pocos, si se piensan como una infinita posibilidad de movimiento, nota a nota resonando en un espacio blanco. Aún recordaba la brisa del mar portugués, cada insistencia salada del recuerdo lo había llevado al fractal en su mente, cortar, desprender cada olor, cada mirada, el incesante sonido del viento que corría a la par de las palabras de ella.
Varias noches detuve mi tiempo en algunas partituras de algunos virtuosos, esto me llevó a rastrear el paradero de esta tablatura sin nombre, no había visto a alguien con tal facilidad para la comprensión y ejecución de la música que él poseía, era su lenguaje, su forma de vida, hablaba en notas, se movía…

Marc creía en la idea de concentrar la esencia de la música en su cuaderno, aquello que no escuchamos a primera instancia, Seattle o cualquier ciudad de Portugal, reducida y alterada por la locura de su autor. Un autor obstinado, creador de mundos posibles, un conspirador al que sólo le importaba el dinero para la búsqueda de sus LP´s. Más que un músico, Marc era un escritor escondido, como tantos, que se escapa en las letras de su cuaderno.
Una noche, alrededor de las once, escribe: Conóceme roto por mi maestro, él enseña sobre la infancia del amor en el futuro. Dentro, la inundación otra vez, el mismo viaje de regreso.
Entonces, descubrí un gran misterio. Intento ver mi camino por primera vez. El cuerpo veloz es como una planta desolada que vuela, la noción aún no está tranquila. ¿Estoy errado?¿Tengo que correr lejos para volver a casa? ¿Me fui?
La tarde de ese día, Jerry Contrell lo encuentra sentado, con su postura clásica frente al escenario con un cuaderno y bolígrafo en mano.
¿Puedo sentarme?, dice Jerry.
Marc pide un par de whiskies, y mueve la silla para éste. Esta ciudad se está convirtiendo en un espacio para la desolación, la estridencia, uno podría suicidarse en cualquier momento con esa música, se respira cierta enfermedad.
Jerry se queda consternado. Pensé que te agradaba esa música, con frecuencia te encuentro por estos lugares.
No, no, nada de eso, en realidad me gusta más la raíz de ésta. Pensar en el blues, por ejemplo. Me parece que hay músicos que han sido capaces de percibir en el presente las líneas básicas de la realidad futura, creo que se trata de buscar entre las líneas transparentes que se encuentran en el pentagrama. Dice eso mientras de un sorbo termina su whisky. Pide la cuenta. Marc aprovecha las notas de un solo en el escenario para perderse en el Club.
Sale a pasear. Ligero movimiento del viento en su cabello, un bolígrafo en mano. La inundación otra vez. Mi cuerpo se desplaza veloz como una planta, desolada. Mientras camina, recuerda el accidente, su pareja había muerto, desapareció una tarde, Marc seguía pensando en eso.
Jerry sigue sentado en el Club, hojea el cuaderno y piensa en si acaso Marc lo ha dejado con algún propósito. Lo lee de manera desinteresada. Creía que iba a encontrar otra cosa, nada ahí le interesa, letras, sólo muestras de vacío. Se levanta con un cigarrillo en la mano. El cuaderno sobre la mesa.
Un tipo que tiene un porte diferente, no usa pantalones rotos, ni camisa a cuadros, entra al Club, se sienta en la barra, enciende un cigarrillo y pide una cerveza. Parece ser un periodista, quizá venga a cubrir la noticia del vocalista desaparecido de The Gacy Bunch.

jueves, 17 de julio de 2008

I

La ciudad es un continuo devenir de lo insólito y lo tangile.


II


Si el sentir se condensa,

me quedo con la última mirada.

No quiero un cántaro roto.

III

Creí habitar una literatura. No, creo habitar una literatura,en la que me fragmento,

en la que irremediablemente te tiras al vacío,

a las vías de un tren imaginario.1


IV

Como Tolstoi predijo: las vías de los trenes son una imagen humana del destino.

Causa por causa, todo adquiere un destino descifrable, que nos sorprende y nos aterra.

1 En la enciclopedia summa de escritores menores, Kronenberg da fe de la insistencia de Luis Gondo, a la ciudad rota y la mirada. Nos remonta al imaginario místico de un lenguaje inalcanzable y por lo tanto, fragmentado en los tejidos cognitivos del sujeto.

martes, 15 de julio de 2008

PEÓN

Nada.
Mover un peón sobre el tablero
nada más.
Peón cuatro Dama.
Contra nadie.
Contra el hastío.
Contra la incertidumbre.
Contra la zozobra.
Contra el infinito.
Contra la nada.
Luis I. Helguera

domingo, 15 de junio de 2008

softly as in a morning sunrise

Mientras leo una especie de cuento, de memoria que me gustaría olvidar, escucho un sonido poco armónico, pero es el músico que me gusta, es el estilo que me reconforta. Esta vez no pasa, hay algo dentro, hay un filo, una delicada lámina brillante en la pantalla, es un interesante paralelismo, la guitarra de Ribot con un sonido nuevo, un distorsionador poco usual en él. Sólo tenía que asimilar que los músicos tienden a hacer variaciones con los géneros, por qué no iba a pasar eso con nosotros, volcarnos de pronto a otro género.

domingo, 8 de junio de 2008

En el extranjero

La nada no ocupa mi pensamieno sino mi vida, me decía, hace unos días, en una carta Pichón Garay. Durante las horas del día no le dedico el más mínimo pensamiento; y mis noches se llenan de sueños carnales. Ha de ser porque la nada es una certidumbre, y hay una raza de hombres a la que debo, presumiblemente, pertenecer, que no baila más que con la música de lo incierto.Asi me escribe a veces, desde el extranjero, Pichón Garay. O también: el extranjero no deja rastro, sino recuerdos. Los recuerdos nos son a menudo exteriores: una película en colores de la que somos la pantalla. Cuando la proyección se detiene, recomienza la oscuridad. Los rastros, en cambio, que vienen desde mas lejos, son el signo que nos acompaña, que nos deforma y que moldea nuestra cara, como el puñetazo la nariz del boxeador. Se viaja siempre al extranjero. Los niños no viajan sino que ensanchan su país natal. Otra de sus cartas traía la siguiente reflexión: el ajo y el verano, son dos rastros que no vienen siempre desde muy lejos. El extranjero pone en evidencia su irrealidad. Estoy tratando de decirte que el extranjero --es decir, la vida para mi hace siete años-- es un rodeo estúpido, y tal vez en espiral, que me hace pasar, una y otra vez, por la latitud del punto capital, pero un poco mas lejos cada vez. Releyéndome, compruebo que, como de costumbre, lo esencial no se ha dejado decir.O incluso: dichosos los que se quedan, Tomatis, dichosos los que se quedan. De tanto viajar las huellas se entrecruzan, los rastros se sumergen o se aniquilan y si se vuelve alguna vez, no va que viene con uno, insasiable, el extranjero, y se instala en la casa natal.
Tomado de: La Mayor (1976) Juan José Saer

martes, 3 de junio de 2008

¿Cuánto más puede escribir mi pluma? ¿cuántas palabras por minuto puedo teclear? el tiempo recorre el curso y las ideas son eso, sólo ideas. ¡Apaga la computadora ya y tira la hoja de papel!, un momento, la tinta de mi bolìgrafo se ha botado .

martes, 29 de abril de 2008

La vida es una puta que se descubre en las madrugadas

El sueño de los espectros en la hora infame
que es todas las horas
aceza perseguido por el bosque…
Leopoldo María Panero y José Águedo Olivares

2:26 de la mañana, un sonido habitual de celular me ha despertado, después, el silencio se filtra por la alcoba. El silencio está íntimamente relacionado a la memoria. Ha habido un regreso. Pensé que sería algo más simbólico, quizá en el fondo lo es y aún no termino de percibirlo. Un fantasma aparece de entre las luces neón y el humo del cigarrillo que se desplaza lentamente como vida de niño que no tiene conciencia del tiempo, éste que busca en las heces del olvido. Por qué debía de encontrarle esa madrugada, por qué en ese espacio, el símbolo está ahí, pero no logro descifrarlo. No recuerdo exactamente hace cuánto tiempo pasó, pero aún recuerdo la furia contenida en cada una de mis palabras. Fue por ese entonces cuando empecé a probar suerte con el filo de las letras, cuáles son las que más se incrustan, cuáles sólo hacen una ligera perforación… no hay un arrepentimiento, estoy convencido de que todo lo que pasó estaba determinado, alguien tenía que hacerle saber ciertas cosas, aunque creo que él no ha cambiado y ahora no sé si eso me importe. No esperaba el tipo de recuentros comunes: un abrazo y un beso, no, tampoco esperaba que su rostro se perdiera entre el humo y un sentimiento indigo, una mujer que bailaba para nosotros, que intenta hacernos pasar un rato feliz, los malos chistes que con el paso de la noche se tornan al hastío; la vida se muestra con humor, no hay duda de eso. No sé qué tan difícil sea conocer a esa persona que se llama a sí mismo tu padre, curioso, mi Padre nunca tuvo problema en que le llamara Juan, así, a secas y tampoco fue tan difícil descubrirlo, soy en gran parte él, mi música nació desde esa posición, la mayoría de mis criterios tienen ahí sus raíces; en cambio el aparecido llega con la idea de asumirse como mi padre, no lo sé… la vida prostituye posiciones y hay quienes pretenden jerarquizarlas.
Debo confesar que nunca había sentido tan poca conmoción por estar con una persona y si decidí verlo en los días siguientes, es sólo para saber qué hay, no quiero resentimientos en mi vida, tampoco pretendo asumir nuevas posiciones, no por él.
Es tan nula mi relación, que podría dejar de escribir ahora mismo sobre ese tema. Si esta vez quedará la duda, la incertidumbre que me recorrió por años, pero tengo que asumir que alguien no desaparece, que alguien se presenta, se muestra…

miércoles, 26 de marzo de 2008

Son azul

La ciudad entera está llena de solitarios
dominados por la nostalgia del pasado.
Enrique Vila-Matas

Camina por la calle empedrada, acelerando el paso al dar vuelta a la esquina. Sonidos y luces. Siente la necesidad de tirarse en cualquier parte. Sus pies no resisten más. Lleva todo el día. Se mueve sin saber a dónde va. ¿Por qué salió de casa? Mira el árbol de la infancia que no está ahí, en ese espacio en el que ya descansa.

Dìas antes unos amigos, le habían comentado que visitara al médico, después de que el último concierto fue realmente lamentable; no era el frío el que había entumido sus dedos, era como si sus pensamientos se hubieran detenido, primero vio cómo se estrellaba el vidrio grueso de sus recuerdos, cada pedazo de cristal en el suelo, cada parte de su vida en un acantilado, después las luces penetrar por sus pupilas, taladrando como alfileres, la visión se perdía, los sonidos eran fuertes, las notas delicadas encontraban la puerta cerrada al oído.

En uno de sus últimos viajes había iniciado el problema. Salía con una mujer que desliza su vida entre el son jarocho del padre y la música portuguesa de su madre. Había estado completamente entregado a esa relación de corto tiempo, fue como adentrarse a un instrumento nuevo, el color dorado de la piel, el olor que penetraba de manera sutil como la canela que se desvanece en el café. La voz que fue el motivo que lo llevo a penetrar en sus historias. Era una música cortada entre el fado y el son.

Ella sale una tarde, se pierde entre la arena y el sonido azul del viento. La relación musical duro sólo unos meses, que no fueron pocos, si se piensan como una infinita posibilidad de movimiento,nota a nota resonando en un espacio blanco.

Aún recordaba la brisa del mar portugués, cada insistencia salada del recuerdo lo había llevado al fractal en su mente. Cortar, desprender cada olor, cada mirada, el incesante sonido que corría a la par de las palabras de ella.

Conocí al músico, varias noches detenía mi tiempo en algunas partituras, esto me llevó a rastrear el paradero de esta tablatura sin nombre, no había visto a alguien con tal facilidad para la comprensión y ejecución de la música. Era su lenguaje, su forma de vida. Hablaba en notas y se movía de manera sincopada, a destiempo; pero su cuaderno pautado estaba en blanco. Él creaba su camino como una composición improvisada.

viernes, 7 de marzo de 2008

Fragmento

Días antes se refugió en los sonidos graves del bajo que limpiaba y cuidaba sin darse cuenta de que existía algo simbólico. Empezó por quitar cada uno de los trastes, como si tuvieran cierta carga emocional: no había preguntas, sólo los quitaba.

Una estación gris como el clima, Monteiro acompañaba a su instrumento con su cabellera larga que en el viento chocaba, un balanceo ligero en cada paso. Gabardina negra para cuidarse del día y una pequeña mochila que contenía un universo mínimo.


Era un músico excéntrico, tenía la técnica de Pastorius y la velocidad de un guitarrista flamenco y, en el fondo, tocaba para nadie. Su música la construía a base de fragmentos: cortaba cada pieza y jugaba con posibilidades infinitas, cada nota era un trozo de vida. Sólo se dedicaba al fragmento, insisto. Como todo Jazz men su vida estaba dividida: [una casa] [una amiga] [hoteles baratos] [un barrio en las afueras] […]

Sólo ella hacía olvidar el fragmento y complementar su música.

Monteiro sube al vagón, su equipaje es nulo; el destino indefinido, el dinero seguramente es poco. Entra al cuarto y del estuche saca el fretless. Prepara el metrónomo. Libera los largos dedos de los guantes de piel. El frío fuerte. Una escala, otra más: improvisar con la mano suelta, en comunión las notas y sus dedos. Una pequeña parte de un blues: sólo una. Y en el recuerdo azul, las notas suben y bajan, pasean rápidamente, se detienen, guardan silencio, un swing, lento, delicado y de repente la sensación, sólo la sensación de tranquilidad. Deja de tocar y extrañamente no sucede nada y cada pasaje continuo le da la posibilidad de una pérdida de la memoria, cada traste que recorre, es eso, una pérdida.

Empieza a acostumbrarse a ese tipo de cosas: salir de casa y al final del día no saber porque está en otra parte de sí, en otra ciudad.
Y regresa entonces, a recorrer el diapasón del Bajo, cada espacio vacío del metal.

martes, 4 de marzo de 2008

Mood Indigo

You aint been blue; no, no, no.
You aint been blue,Till youve had that mood indigo.
That feelin goes stealin down to my shoes
While I sit and sigh, go long blues.
Always get that mood indigo,

Since my baby said goodbye.
In the evenin when lights are low,
Im so lonesome I could cry.

cause theres nobody who cares about me,
Im just a soul whosBluer than blue can be.
When I get that mood indigo,
I could lay me down and die.

domingo, 2 de marzo de 2008

Tanto te quiero que no sé quererte
me gusta tanto tu cuerpo y lo que en ti no es tu cuerpo
que no comprendo por qué nos hemos perdido
si en cada paso te encuentro, si cada vez que te he besado
he besado más que la carne de la que estás hecha
si nuestro matrimonio murió de juventud como otros mueren de vejez
si después de ti, mi soledad se llena de tu olor
del entusiasmo de tus proyectos y de la redondez de tus nalgas
si me ahogo con una ternura que no logro expresar aquí
En este momento mi amor, te digo adiós
y te llamo sabiendo que no vendrás pero deseando que vengas
de la misma manera que un ciego espera los ojos
que deben llegarle por correo.


Antonio Lobo Antunes

sábado, 1 de marzo de 2008

PUZZLE I

Una pieza blanca. Un reflejo de luz que fragmenta tu pierna.

Calles incompletas de la mente, la sensación de extravío. He pensado que no necesito un automóvil para dar un paseo a mi vida.
Por las calles más oscuras de la ciudad, caminamos, estáticos y deteniendo el segundero en cada esquina.
Busco la ausencia en las noches en que armo mi camino con el rostro de la luna y tus esquinas inventadas.
Creo invariablemente en el fragmento y fragmento este relato:
El fragmento de la luz de tu pierna en mi mente me persigue, tu detalle.
Al final siempre falta algo, un fragmento del espacio, vacío.

viernes, 15 de febrero de 2008

martes, 12 de febrero de 2008

Ella quería salir, moverse, dejar atrás algo, no sé, en el fondo sentía la necesidad de trazar, delinear, pero tenía una sensación, un ligero peso. Decidió trabajar, ganar su propio dinero, no importaba mucho el pago, quería sentirse propia de su vida, es decir, quería hacer lo que le viniera en gana, era su tiempo y espacio. Cada noche guardaba un objeto en una peqeña caja, todas las noches lo hacía como ritual, esa idea repetida de borrar a partir de un cosa extraviada, le encantaba. Tenía una tenue luz enfrente de su cama, un libro siempre abierto, una historia encerrada en lata. Un sacacorcho fue esa noche el motivo, un vino con mal recuerdo, una resaca impresionante la acechaba, su lata fue invadida por un corcho Argentino. Otra más, fue un sacapuntas, la carta de despedida a su familia, éste era el detalle de la historia. Una tarde, después del trabajo, se dió cuenta que ya sólo quedaban ella y la extraña lata que ya estaba oxidada, la luz empezaba a perderse, entraba la noche, tenía una ligera idea de quién era, cada fragmento de ella estaba perfectamente acomodado en su caja, toda nostalgia encimada con sus ratos gratos, las lágrimas enterradas con las risas, que de vez en cuando se oían.

Una muchacha en la calle 23, es recogida por una familia, la chica está sucia, ausente y lleva en la mano un lápiz partido por la mitad.

lunes, 11 de febrero de 2008

PUZZLE

Una pieza blanca, un reflejo de luz que fragmenta tu pierna.

Las calles incompletas en la mente, la sensación de extravío. Salimos, una botella de agua para el recorrido, siempre he pensado que no necesito un automovil para darle un buen paseo a mi vida, caminamos juntos varias veces por las calles más oscuras de la ciudad, siempre había algo que nos hacía mostrarnos estáticos, deteníamos el segundero toda vez que nos parábamos en las esquinas.

Busco en el día esa ausencia, busco en las paradas del camión algo en particular, pero el autobús siempre pasa antes, me deja, me gana, me desplaza al pasado.

Las noches son mejores, el armar mi camino con pasos pesados, con los rostros de la luna, con tus esquinas inventadas, piezas diminutas que se organizan de manera tal, que le dan rectitud al laberinto, sólo unas cuantas líneas rectas y lo demás sigue siendo eso...

Soy de ese tipo de personas que llevan un pedazo de cartón en el bolsillo, un trozo de recuerdo en el bolsillo, creo invariablemente en el fragmento.

Un brillo de luz me persigue por la acera, es la figura recta, esa luz en mi mente, tu pierna en mi memoria, tu pierna dibujada entre las sombras, un detalle de tu cuerpo, una pieza...

Siempre me falta algo, siempre hay un espacio vacío, aparentemente la calle se ilumina con la luz blanca que brota del charco de agua, hasta que se pierde, una nube o el final del pequeño lago citadino. Además no siempre llueve, no siempre uno encuentra las imágenes que quiere, las buscas pero se resisten, las cosas simples como el reflejo detallado de tonos plata, se ocultan, se oscurecen, como el cartón que está en mi bolsa, el cartón que se ha mojado le da otros tonos al blanco, mi bolsa que está en la mezclilla, la mezclilla que se deplaza por la calle...la calle que busco en días de lluvia.

jueves, 10 de enero de 2008

Un hombre llega
a casa,
acaricia al perro mientras se mira en el espejo. Descorcha una botella de vino barato, bebe unas copas en el rincón de la sala, su esposa se acerca y sienta a su lado, la toca, minuciosamente la desnuda al tiempo en que sorbe el tinto, le besa el labio y baja al cuello, donde se ha detenido, lo huele, muerde y besa varias veces lentamente, el perro duerme tranquilo, no sospecha nada. El hombre se da cuenta de que la botella está vacía, piensa descorchar una más. Entonces ve sangre regada por la casa, Zicro el perro, se ha puesto inquieto sin que Ricardo lo notara.
·

Ricardo solía creer en el azar, apostaba todo su dinero, una vez que encontraba en los encabezados de los periódicos locales noticias como la siguiente:

Asesinada
en la sala de su casa
Ricardo Maggi fue arrestado por asesinar a su esposa
El hombre que había desaparecido la semana pasada de su hogar, sin dejar aparentemente rastro de su paradero, fue encontrado por las autoridades municipales.

Después de encontrar este encabezado en el puesto de periódicos en los portales de la ciudad, decide pedir una taza de café en el mismo portal, lo huele, mantiene el primer sorbo en su boca quemándose, revisa más de dos veces la noticia de la sección POLICÍA. Regresa a casa, se recuesta en el sillón de la sala. Mira el reloj, son más de las tres de la tarde, sale y apuesta toda su plata, que no es mucha, lo que recupera le permite hacer un viaje, modesto.
Se guiaba en la vida por los olores, tenía una capacidad olfativa que recuerda al personaje de Süsskind.
Amanecí con el aroma penetrante del naranjo, un té que había bebido. Pensó en la hoja del naranjo, la hoja del papel periódico y el encabezado que situaba la noticia del homicidio en una ciudad del sur, la vegetación, pensó. Inmensa cantidad de posibilidades, redes vegetales del sur, refugio para un exilio.