I
La ciudad es un continuo devenir de lo insólito y lo tangile.
II
Si el sentir se condensa,
me quedo con la última mirada.
No quiero un cántaro roto.
III
Creí habitar una literatura. No, creo habitar una literatura,en la que me fragmento,
en la que irremediablemente te tiras al vacío,
a las vías de un tren imaginario.1
IV
Como Tolstoi predijo: las vías de los trenes son una imagen humana del destino.
Causa por causa, todo adquiere un destino descifrable, que nos sorprende y nos aterra.
1 En la enciclopedia summa de escritores menores, Kronenberg da fe de la insistencia de Luis Gondo, a la ciudad rota y
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