[] Fractario-Re: 2011

miércoles, 23 de noviembre de 2011

21/11/11

Llegué a la entrada del edificio blanco. La vi, con la pierna haciendo un arco y su mirada que pide ser vista. Seguí de frente. Pensé: ¿estamos preparados para soportar nuestra mirada?

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Hace 4 años dejé de soñar.

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¿Cuál es el lazo que une la idea de que hoy sea 21/11 y el sueño que funciona como una punta del hilo que se deshilvana, una línea que forma espirales como tocando varios puntos: Digamos que la mujer real y la del sueño nacieron el 01/09.

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El pasado y presente se cruzan en una sola línea: 21/11/11, o quizá estén en una frase que aún no existe.

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Dónde está la anécdota de lo que se quiere contar, dirían algunos de mis viejos maestros. El núcleo de la historia que debe ser contada está contenida en una oración futura.

martes, 5 de julio de 2011

Requiem per un amico

Si las cosas aparecen de manera gratuita, alguien entonces debería decirme qué significa el hecho de que, ayer por la mañana escuchara Travel de los Lounge Lizards y al mismo tiempo, en otro espacio, un espacio simbólico supongo; una persona a la que consideraba un excelente conversador, un gran lector por lo demás y un amigo como los pocos, moría. La noticia me llegó tarde, lo supe a penas ayer por la noche. No fue hasta abrir mi correo electrónico que, dicho sea de paso, es el único medio de comunicación al que hoy en día le soy fiel; leí en la pantalla que había muerto y fue como un flechazo directo a alguna parte de mi ser, saber que no habría más charlas con él, no más tardes de café y psicoanálisis y el reconocimiento en ese espejo que se crea en el tejido de las palabras, no más pláticas sobre nuestros autores, sobre la muerte en la literatura. Ya nunca podremos hablar sobre aquella Agenda del suicidio y ya nunca, tampoco, regresaremos juntos a aquel lugar que nos gustaba tanto de empanadas argentinas ni habrá más encuentros fortuitos en los pasillos de las librerías, donde le veía callado acercarse con su forma azarosa a los libros y al final, antes de despedirse, me contaba alguna anécdota sobre Cortázar, o sobre lo que le había llevado a leer a algún escritor japonés que yo desconocía.
Pocas veces he sentido la muerte cerca, a pesar del gusto que tengo por ciertos escritores y el roce que ésta mantiene en cada una de sus letras. Anoche, fue como tenerla en casa diciéndome en secreto que en cualquier momento, no de manera clara, pero sí de forma simbólica que todo valía madres, fue como una muestra de insipidez por la vida, como una llamada de atención a la pretensión, porque, después de todo, partiremos con o sin ganas de este sitio.
Supongo que a muchos nos ha pasado alguna vez la desafortunada espera de la última cita, ésa que cifra cierto deseo, ciertas ganas de algo, y en algún momento, algo lo trunca, lo desvanece y sabes entonces que no sucederá jamás, te muestra una parte de la fragilidad, lo efímero se transforma, y es como si se corporeizara, el tiempo toma forma por un breve instante y se funde junto a las ganas...

No podía ser de otra forma, no está de más decir que la única reproducción del video en youtube que encontré, también muestra la insipidez de la que hablaba.

viernes, 13 de mayo de 2011

Invisible mobile



Más de mediodía de viaje burocrático, hace no menos de un par horas, por alguna razón, me encontré pidiendo una carta de antecedentes no penales, lo más curioso es que el simple hecho de estar ahí, parado frente al sol, y después de hacer ayuno, me hizo sentir como un preso, odio no tender hacia la calma que conocía Kafka o Gombrowicz cuando trabajaron para el gobierno, por mi parte, cada vez que me encuentro en sitaciones límite, así las llamo, el simple motivo de levantarme temprano para enfilar mis pies hacia alguna institución gubernamental, me mata, me deprime. Hoy no pude sino sentirme como suspendido en otro tiempo, veía las caras de la gente que labora en esos espacios, escuchaba su música, que aun reproducida en celulares mp3 no deja de mostrar el paso del tiempo.
Al salir de uno de los edificios y caminar unas calles hacía el siguiente, me topé con un ser muy Borgeano, pasé de frente sin entender la mirada del personaje salido del Zahir, me alcanza el anciano más parecido al otro Borges, y de pronto me dice, "has visto las nuevas monedas" abre su puño carcomido por el tiempo y me muestra una moneda de 20 centavos sin reverso, sólo una placa como de hierro liso, no reparo en el instante y continúo mi camino. Unos pasos más adelante, un joven habla por celular y escucho que dice, a tal ... lo acaban de asustar en el Museo Taller Erasto Cortés, y entonces percibo como un lenguaje cifrado entre lo fantasmagórico, la invisibilidad del reverso de la moneda y el hecho de sentirme detenido como en otro tiempo. Empiezo a caminar de prisa y pienso en mis últimos dos meses que he pasado en su mayoría como un misántropo, aunque el viernes pasado, recuerdo que salí después de estar tres días encerrado en casa con un amigo a beber un par de cervezas y al momento de estar en la salida fumando, de pronto habla de la sensación que le ha producido el estar de viaje, hacer pocas paradas y sentirse ajeno, casi al grado de desaparecer en las ciudades, incluso en ésta que es en donde ahora vive, y lo digo porque alguien que ambos conocemos, nos paso de frente y fue como si no existiéramos, como si de pronto sólo se tratase de la pared, como un par de fantasmas que fuman y únicamente se percibe el olor a tabaco, y después repara, nos mira y nos sonríe. Le comenté en ese momento que el ambiente vago y difuso que percibía en la cantina tenía perfecta concordancia con mi estado de ánimo. Hoy, después del par de encuentros en la calle, decidí no pasar más tiempo en el centro de la ciudad y ahora me encuentro en el refugio de mi casa, donde nada pasa.


martes, 5 de abril de 2011

Una mirada a través del espejo

Imagen: André Kertész
La vida es un proceso de demolición
F. S Fitzgerald

Me siento como si hubiera activado el botón de invisibilidad. Al encontrarme parado, una tarde frente a un gran vitral en calle Reforma y la 5 sur, no pude sino sentir espanto. Vi todo menos mi reflejo, por unos breves momentos dejé de existir, veía las cámaras usadas, las bicicletas que ofertan en ese establecimiento, incluso, veía la claridad de un peugeot azul eléctrico, la hermosa conductora de éste que se miraba en el retrovisor aliñándose el cabello, pero yo no aparecía en esa línea intermedia del cristal, me dice Paul mientras vamos calle abajo hacia el centro. Le digo que cada vez más las ciudades suelen teñirnos de ese semblante como transparente, que dependemos de la mirada ajena y entonces, recuerdo una cita de Benjamin, en la que, al contrario del terror que sentía Paul, W.B pensaba en lo bonito que sería quedar perpetuado en las profundidades, con la única condición de que una de las tantas colinas submarinas llevase su nombre, fue la única manera que tuve como para intentar tocar el hombro de Paul quien por supuesto no se encontraba ahí.

lunes, 7 de marzo de 2011

Notas sobre la escritura

Las frases son piedrecillas que el escritor arroja en el alma del lector. El diámetro de las ondas concéntricas que desplazan depende de las dimensiones del estanque.
El escritor procura que la sintaxis le devuelva al pensamiento la sencillez que las palabras le quitan.
Escribir corto, para concluir antes de hastiar.
¿Qué importa que el historiador diga lo que los hombres hacen, mientras no sepa contar lo que sienten?
El que ignora que dos adjetivos contrarios califican simultáneamente todo objeto no debe hablar de nada.
Las palabras no comunican, recuerdan.
Creyendo decir lo que quiere, el escritor sólo dice lo que puede.

Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un texto implícito

martes, 1 de marzo de 2011

Outsider

En la aparente confusión de nuestro mundo misterioso los individuos se ajustan con tanta perfección a un sistema, y los sistemas unos a otros y a un todo, que con sólo dar un paso a un lado cualquier hombre se expone al pavoroso riesgo de perder para siempre su lugar. Como Wakefield, se puede convertir, por así decirlo, en el paria del Universo.

lunes, 21 de febrero de 2011

lunes, 31 de enero de 2011

Morrenas

El mandato silencioso se desliza hacia la superficie de las aguas, brilla en la cima de la hierba y aflora la palabra cotidiana. es la respuesta, el asentimiento que retumba, el "sí" tanto tiempo reprimido como si su retraso debiera aumentar la carga, extender la amplitud de la explosión y tornar la partida irreversible. Retumba. Arbitraria deflagración, él surge del hocico de un cañón cualquiera y su reculada me tira al suelo, aquí, en cualquier lugar, si estoy vivo. Aquí, en este momento un lugar habitable debido a una imperceptible fractura, del ínfimo intervalo que modera mi libertad de don y de movimiento, igual a cierto latido del corazón identificado de pronto y del cual revela ser su causa fugaz. Si dejo entonces de estar excluido, separado por alguna muralla transparente, es para trastornar lo que quiero, saquear lo que me regalan, atar en gavillas las ramas muertas para la hoguera de aquellos que acaso no vendrán. Porque la escritura no nos devuelve nada. La misma consumación resulta imperfecta.

Jacques Dupin. El sendero frugal

jueves, 13 de enero de 2011

Un sueño

Fue como si flotará, muy encima de la tierra, hasta llegar a un anciano sabio. Su sola vista me embargo de algo superior al respeto; abrí los ojos y fui recorrido por un irresistible sentimiento de devoción y confianza. Estaba a punto de tirarme a sus pies cuando me habló con una voz de indescriptible suavidad. "Tú amas la investigación de la naturaleza, dijo, te mostraré algo que puede serte útil". Y al decir esto me entregó una canica de azul verdoso, con motas grisáceas, que tenía entre el pulgar y el índice. Me pareció de una pulgada de diámetro.
"Toma este mineral, prosiguió, investígalo y dime qué encuentras. Detrás de ti hallarás todo lo necesario para el experimento; no te faltará nada. Ahora me retiro, pero volveré cuando me necesites".
Me volví y encontré una hermosa sala con instrumentos variadísimos que en el sueño no me resultaron tan extraños como al despertar.Fue como si ya hubiese estado ahí ya muchas veces, encontré todo lo necesario, como si yo mismo hubiera hecho todos los preparativos. Vi, sopesé, olí la canica, la agité y la ausculté como a una piedra preciosa, me la acerqué a la lengua; con un trapo limpio le quite el polvo y una herrumbre apenas perceptible; la calenté, la froté contra mi abrigo para electrizarla; analicé y determiné su contenido de acero, cristal y magneto. Hasta donde recuerdo, su peso oscilaba entre cuatro y cinco.
Las formas transcurrieron en forma tal que pensé que el mineral no valía gran cosa. Recordé que de niño había comprado tres canicas iguales (o muy parecidas) en la feria de Francfort, a cambio de un cruzado.
Entonces procedí al análisis químico y dividí los componentes en porcentajes. Tampoco encontré nada peculiar. Un poco de arcilla, más o menos la misma cantidad de cal, un poco más de silicio, finalmente apareció el hierro, un poco de sal de cocina y una sustancia desconocida, que combinaba propiedades conocidas con singularidades. Me dio lástima ignorar el nombre del anciano, de lo contrario, lo habría homenajeado definiendo a esta tierra con su nombre. Por cierto, debo haber sido muy preciso en mis experimentos, pues al sumar todo lo encontrado llegué a un cien redondo. Acababa de trazar la última línea de la suma cuando llegó el anciano.
Tomó el papel y leyó con una sonrisa casi imperceptible. Luego me dirigió una mirada donde la bondad celestial se mezclaba con la severidad, y me preguntó: "¿sabes, mortal, qué fue lo que estudiaste?" El tono y la actitud con que dijo esto revelaron aún más su carácter sobrenatural. "No, inmortal, grité arrojándome a sus pies, no lo sé". Ya no me reconocía en lo que había escrito.
El espectro: Debes saber que has estudiado, a escala, nada menos que la tierra entera.
Yo: ¿La tierra? ¡Dios eterno! ¿Y dónde están el océano terrestre y sus habitantes?
Él: Ahí están, en tu servilleta, los arrojaste ahí.
Yo: ¡Diantre! ¿Y la atmósfera y toda la belleza de la tierra firme?
Él: ¿La atmósfera? Debe haber quedado ahí, en la taza, junto al agua destilada. ¿Y la belleza de la tierra firme? ¿Cómo puedes preguntar algo semejante? Se ha vuelto polvo imperceptible; ahí, en la manga de tu abrigo queda un poco.
Yo: ¡Pero si no encontré ningún rastro de la plata o del oro que definen el orbe!
Él: Eso ya es suficientemente malo. Veo que debo ayudarte. Debes saber que con tu punzón destruiste toda Suiza, Saboya, la parte más hermosa de Sicilia y una franja de África de más de mil metros cuadrados, arrasaste del Mediterráneo al monte Tafel. ¡Y ahí, sobre ese vidrio, -ah, incluso ya han caído en parte- yacen las cordilleras, y eso que te saltó en el ojo al pulir el vidrio fue el Chimborazo!
Comprendí y callé. Hubiera dado nueve décimas partes de mi vida para reparar la Tierra que dañé químicamente. Sin embargo, no me atreví a solicitarlo. Mientras más sabio y bondadoso es el donador, más difícil le resulta al débil de emociones pedir un segundo don, sobre todo cuando se sabe el mal uso que se ha hecho del primero. Entonces supuse que ese rostro de padre ilustrado podía concederme una petición de otro orden:"¡Oh!, grité, ser supremo, inmortal o lo que seas, se que puedes agrandar un grano de mostaza hasta que tenga el espesor de la Tierra entera: Permíteme estudiar ahí las montañas y los ríos, seguir el desarrollo de la semilla hasta las revoluciones".
"¿De qué te servirá?",fue su respuesta. "En tu planeta ya has hecho que un granito adquiera la dimensión de la Tierra. Investígalo ahí. No puedes llegar al otro lado de la cortina sin sufrir una metamorfosis; no llegarás a lo que buscas, ni en éste ni en cualquier otro grano de creación.
Toma esta bolsa y analiza lo que hay dentro. Dime qué encuentras".
Esta vez tardé más tiempo. ¡Qué alegría poder indagar de nuevo! Ahora pondría mucho más esmero. "Ten cuidado, me dije a mi mismo, puede ser algo que brille. Si brilla seguramente será el sol, o una estrella fija". Cuando abrí la bolsa encontré, contra todas mis expectativas, un libro, un tomo sencillo y nada brilloso.
El idioma y la letra del libro eran desconocidas. Vistos de prisa, algunos pasajes parecían legibles pero contemplados más de cerca eran tan ilegibles como los más enredados. Sólo pude leer las palabras del título: Analiza esto, hijo mío, pero químicamente, y dime qué encuentras.
No puedo negar que me sentí desconcertado en mi enorme laboratorio. "¿De qué se trata? ¿Es posible analizar químicamente el contenido de un libro? ¡Si el contenido de un libro es su sentido! El análisis químico equivaldría a analizar trapos y tinta". Sin embargo, al reflexionar en el asunto, se hizo una repentina claridad en mi cabeza. Y la luz llegó acompañada de un rubor irresistible. "¡Oh! grité más y más fuerte. ¡Entiendo, entiendo! ¡Perdóname, ser inmortal, perdóname! Ahora entiendo tu bondadosa reprimenda. ¡Agradezco al eterno poder entenderlo!"
Me conmoví hasta lo indecible. Luego desperté.

Un sueño, Georg Christoph Lichtenberg, traducción de Juan Villoro.

sábado, 8 de enero de 2011




Caminar siempre como si anduviera sobre un cuaderno pautado: en la segunda línea.


lunes, 3 de enero de 2011

And fall into a dreamless sleep again

And fall into a dreamless sleep again...
D. M.

Despertar sin ilusiones, sólo percibir la pureza y extrañeza de las calles. No podía liberarse del suave tintineo de la noche. Era casi imposible de resistir.


Tampoco yo sabía a dónde me dirigía, se trataba únicamente de la idea del trote solitario, del sonido que tiende con frecuencia a salirse del tono afinado de un camino reconocido; una pendiente que incita al descenso cómodo de la mañana.


Había soñado que alguien me decía, somos como los únicos que están vivos en esta ciudad de fantasmas,pero no se lo dije a Y, porque alguna vez me hizo sentir como desplazado, al contarle que había tenido un déjà vu aquella tarde en la zona; esta vez se había repetido y no sólo eso, el desayuno cerca del mercado también se repetía, pensé que esas formas, reiteraciones de sentido sólo funcionan para mí en un recorrido de símbolos, así que no le dije nada. Cada uno lee desde su propia individualidad el devenir. Y el sueño para mí se ha convertido como en un delirio.


Seguí a pie intentando bordear la ciudad de calles disparejas, con la fácil claridad de extravío.Las primeras horas de este día, me decía, me dejaré conducir por la incertidumbre, esa forma que tanto me gusta de moverse por el camino recto de un laberinto. La idea de que un caminante en zonas desconocidas dispone de un conocimiento, una intuición sobre el mutismo de las cosas, de las azoteas y la gente que nos mira andar y, a su vez, intenta ocultar sus secretos, pero que casi siempre se resiste a la mirada ajena; era la que quería hallar en esa mañana de sol en Xalapa. De momento sólo me quedan algunos registros de la memoria, y está bien, no necesito más, es de lo único que uno se puede valer.