Bien. La noche corre las cortinas del ocaso. Abajo queda el día exhausto, con sus hombres exhaustos y sus sombras exhaustas. Ha cesado el peregrinaje que no conduce a ninguna parte. Sino a esto: a otra fatiga, a la tristeza sin voz, al olvido de uno mismo.Mientras tanto, el engranaje de los astros agita sus élitros de fuego. El avión desgarra el insomnio de los dioses. Fiel custodia, la Cruz del Sur protesta.¿Qué importa? Su locura andariega está nutrida por fragantes madrigales. Busca el claro de luna en los suburbios del más allá. Y sigue de largo, caballero anhelante, dentro de su brillante armadura.La tierra abajo es sólo una ilusión remota. Se siente ahora el pulso de la eternidad.Estoy en pleno jardín nocturno.Footing Homo viator. Juan Filloy
La invención de la empatía
Hace 4 años
1 comentario:
¡que felicidad! wow gracias!
siendo en el espacio y el espacio siendo en nosotros, lo sabremos... estaremos de vuelta en CASA!! un beso.
Publicar un comentario