La ciudad entera está llena de solitarios
dominados por la nostalgia del pasado.
Enrique Vila-Matas
dominados por la nostalgia del pasado.
Enrique Vila-Matas
Camina por la calle empedrada, acelerando el paso al dar vuelta a la esquina. Sonidos y luces. Siente la necesidad de tirarse en cualquier parte. Sus pies no resisten más. Lleva todo el día. Se mueve sin saber a dónde va. ¿Por qué salió de casa? Mira el árbol de la infancia que no está ahí, en ese espacio en el que ya descansa.
Dìas antes unos amigos, le habían comentado que visitara al médico, después de que el último concierto fue realmente lamentable; no era el frío el que había entumido sus dedos, era como si sus pensamientos se hubieran detenido, primero vio cómo se estrellaba el vidrio grueso de sus recuerdos, cada pedazo de cristal en el suelo, cada parte de su vida en un acantilado, después las luces penetrar por sus pupilas, taladrando como alfileres, la visión se perdía, los sonidos eran fuertes, las notas delicadas encontraban la puerta cerrada al oído.
En uno de sus últimos viajes había iniciado el problema. Salía con una mujer que desliza su vida entre el son jarocho del padre y la música portuguesa de su madre. Había estado completamente entregado a esa relación de corto tiempo, fue como adentrarse a un instrumento nuevo, el color dorado de la piel, el olor que penetraba de manera sutil como la canela que se desvanece en el café. La voz que fue el motivo que lo llevo a penetrar en sus historias. Era una música cortada entre el fado y el son.
Ella sale una tarde, se pierde entre la arena y el sonido azul del viento. La relación musical duro sólo unos meses, que no fueron pocos, si se piensan como una infinita posibilidad de movimiento,nota a nota resonando en un espacio blanco.
Aún recordaba la brisa del mar portugués, cada insistencia salada del recuerdo lo había llevado al fractal en su mente. Cortar, desprender cada olor, cada mirada, el incesante sonido que corría a la par de las palabras de ella.
Conocí al músico, varias noches detenía mi tiempo en algunas partituras, esto me llevó a rastrear el paradero de esta tablatura sin nombre, no había visto a alguien con tal facilidad para la comprensión y ejecución de la música. Era su lenguaje, su forma de vida. Hablaba en notas y se movía de manera sincopada, a destiempo; pero su cuaderno pautado estaba en blanco. Él creaba su camino como una composición improvisada.