[] Fractario-Re: 2009

jueves, 10 de diciembre de 2009

...la vagancia contiene uno de los más importantes valores humanos que he conocido: refuerza la intuición de la nada.

...la única manera de hacer que el vacío nos muestre su rostro es ensimismarse en la literatura y ser un obrero mudo que no se distrae mientras cava su tumba.

...la tradición nos contiene y la escritura, que es hotel adonde se mudan las palabras, nos demuestra que estamos en el mundo, que no podemos hacer nada sino comenzar nuevamente la afirmación de una existencia que siempre es duda, desasosiego, tiempo que se escapa: pensar de esta manera nos pone a salvo de las responsabilidades que se inventan los tontos.

Guillermo Fadanelli. Elogio de la vagancia.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Roberto Bolaño y Ricardo Piglia conversan

Roberto Bolaño. Querido Piglia, ¿te parece bien si empezamos hablando de algo que dices en La novela polaca?: “¿Cómo hacer callar a los epígonos? (Para escapar a veces es preciso cambiar de lengua)”. Tengo la impresión de que en los últimos veinte años, desde mediados de los setenta hasta principios de los noventa y por supuesto durante la nefasta década de los ochenta, este deseo es algo presente en algunos escritores latinoamericanos y que expresa básicamente no una ambición literaria sino un estado espiritual de camino clausurado. Hemos llegado al final del camino (en calidad de lectores, y esto es necesario recalcarlo) y ante nosotros (en calidad de escritores) se abre un abismo.

Ricardo Piglia. Cambiar de lengua es siempre una ilusión secreta y, a veces, no es preciso moverse del propio idioma. Intentamos escribir en una lengua privada y tal vez ése es el abismo al que aludes: el borde, el filo, después del cual está el vacío. Me parece que tenemos presente este desafío como un modo de zafarse de la repetición y del estereotipo. Por otro lado, no sé si la situación que describes pertenece exclusivamente a los escritores llamados latinoamericanos. Tal vez en eso estamos más cerca de otras tentativas y de otros estilos no necesariamente latinoamericanos, moviéndonos por otros territorios. Porque lo que suele llamarse latinoamericano se define por una suerte de anti-intelectualismo, que tiende a simplificarlo todo y a lo que muchos de nosotros nos resistimos. He visto esa resistencia con toda claridad en tus libros, y también en los de otros como DeLillo o Magris, que escriben en otras lenguas. Me parece que se están formando nuevas constelaciones y que son esas constelaciones lo que vemos desde nuestro laboratorio cuando enfocamos el telescopio hacia la noche estrellada. Entonces, ¿seguimos siendo latinoamericanos? ¿Cómo ves ese asunto?

Bolaño. Sí, para nuestra desgracia, creo que seguimos siendo latinoamericanos. Es probable, y esto lo digo con tristeza, que el asumirse como latinoamericano obedezca a las mismas leyes que en la época de las guerras de independencia. Por un lado es una opción claramente política y por el otro, una opción claramente económica.

Piglia. Estoy de acuerdo en que definirse como latinoamericano (y lo hacemos pocas veces, ¿no es verdad?; más bien estamos ahí) supone antes que nada una decisión política, una aspiración de unidad que se ha tramado con la historia y todos vivimos y también luchamos en esa tradición. Pero a la vez nosotros (y este plural es bien singular) tendemos, creo, a borrar las huellas y a no estar fijos en ningún lugar. En estos días, estoy viviendo en California, en Davis, cerca de San Francisco, donde todo se entrevera, como sabes bien: los recuerdos del viaje al Oeste de la beat generation, con las novelas de Hammett, y los barrios paranoicos que describió Philip Dick conviven con la intriga de la cultura latina (en cada rincón de La Misión en San Francisco, en el Barrio invadido hoy por los jóvenes millonarios del Sillicon Valley, hay una figura o una imagen, un mural, una taquería, una bodeguita que tiene más color local que todo el color local que pudo imaginar Lowry, borracho, al pasear por Cuernavaca). De modo que aquí por contraste me siento un escritor digamos italo-argentino (un falso europeo, otro europeo exiliado). No creo que existan esas categorías en las historias de la literatura (están los italo-americanos, claro, pero se dedican al cine). Para mejor, estoy leyendo a W. H. Hudson (Días de ocio en la Patagonia), otro falso argentino, un europeo que nació en Quilmes, en la provincia de Buenos Aires, y se crió entre gauchos hablando de lo que fue seguramente una versión prehistórica del spanglish. Y que a la vez escribía, ya lo sabemos, una de las mejores prosas inglesas que se puedan encontrar. Mejor que Conrad, a veces, menos barroco, más nítido, una extraña versión de Conrad, no sólo por la calidad de su prosa, y porque eran amigos, sino porque Hudson estuvo siempre desajustado y solo y fuera de lugar, como el polaco. Pero me estoy extendiendo. Me gustaría saber qué estás leyendo en estos días.

Bolaño. La última novela de Mendoza, La aventura del tocador de señoras, que me parece una novela muy buena. Pero permíteme que añada algo en relación a Hudson, un autor que leí muy joven. Yo creía entonces que Guillermo Hudson escribía en español y después de leer tres libros suyos me di cuenta de que escribía en inglés porque vi el nombre del traductor. No conozco bien la literatura argentina de finales del siglo XIX, pero tengo la impresión de que Hudson es uno de sus grandes prosistas. Algo similar ocurre poco después en Chile, con los primeros libros de Huidobro, que están escritos en francés. O con Rodolfo Wilcock, que acaba escribiendo en italiano. Hay como una especie de reflujo o de huida en algunos escritores, que los lleva a buscar, a instalarse o a indagar en una lengua menos adversa. Claro, éste no es el caso de Hudson. ¿Tú has leído a Mendoza?

Piglia. Me gustan mucho los libros de Mendoza, aunque no he leído la novela que estás leyendo. Es intrigante, es cierto, ese juego con las lenguas extranjeras y con las traducciones. Para mí, Hudson y Gombrowicz producen efectos raros en la literatura argentina porque hacen entrar una voz próxima, un fantasma familiar, que se mueve invisible en un terreno conocido. Hay una tensión entre lo que se lee en la lengua propia y lo que se lee fuera de la lengua materna. Y los traductores están en esa frontera. Me interesa mucho la vida de los traductores, son un molde extraño de escritor. Ligado a Hudson, estoy leyendo ahora una biografía de Constance Garnett, una mujer fantástica que se pasó la vida traduciendo a los rusos al inglés. Imagínate que tradujo todo Tolstói y todo Dostoievski y terminó, por supuesto, medio ciega, una viejita feminista, muy simpática. Casi todos los norteamericanos y los ingleses, de Hemingway a Forster, admiraban a Tolstói por medio de ella, aunque Nabokov la destestaba, claro que Nabokov detestaba a todo el mundo.

Bolaño. Estoy completamente de acuerdo contigo en la importancia de los traductores. Lo que dices de Constance Garnett me recuerda de alguna manera a Consuelo Berges, que tradujo todo Stendhal al español y que se convirtió seguramente en la principal autoridad sobre Stendhal que existe en nuestra lengua. Sus traducciones son extraordinarias. También pienso en Javier Marías, que no es una viejita devota de un autor concreto, pero que tiene una traducción de Tristram Shandy, de Sterne, ejemplar. Pienso que tal vez personas tan disímiles como Garnett, Berges o Marías deshacen en el aire el problema que planteaba Pound, que sólo un gran autor puede traducir a otro. En este caso, sólo Marías es un gran autor; Berges y Garnett, desde la óptica tradicional, no lo son, aunque también puede ser posible, y yo me inclino por esta solución imaginaria, que tanto la viejita inglesa como la viejita española sean, y no en el fondo sino delante de nuestras narices, grandes autoras invisibles.

Piglia. Tendríamos que hacer alguna vez una Enciclopedia Biográfica de Traductores Inmortales (e invisibles), ¿no sería sensacional? La inversa de la Enciclopedia de Tlön, algo más bien cercano a Manganelli o a las biografías imaginarias de Marcel Schwob, pero detalladas y reales, una lista de oscuros personajes extraordinarios, escritores asalariados que escriben a tantos centavos por palabra, los únicos verdaderos profesionales de la literatura, los nuevos folletinistas, que viven dedicados a la literatura, pero como escritores clandestinos, mal vistos y mal pagados, los verdaderos malditos, siempre postergados, siempre ausentes, y que por eso mismo serán quizá los grandes creadores del futuro. Serían pequeñas historias extraordinarias. Cortázar, que traduce todo Poe en una pequeña pieza de un pequeño hotel en Roma; el gran Sergio Pitol, al que durante años admirábamos sólo porque había traducido a Gombrowicz; el extraordinario trabajo de Nicanor Parra, con el Lear de Shakespeare; Aurora Bernárdez, traduciendo Pale Fire. Tendríamos que conseguir un mecenas y dedicarnos a preparar esa enciclopedia infinita. Estoy seguro de que nos haría inmortales, y sería no sólo un acto de justicia sino una revelación y una versión cómica de la por sí cómica historia de la literatura. Hay mil ejemplos. Pienso por ejemplo en el general Bartolomé Mitre, que libró batallas múltiples y fue luego presidente de la República a mediados del siglo XIX y que se dedico a traducir La Divina Comedia.

Bolaño. La Divina Comedia, ni más ni menos. Bueno, no se puede decir que no fuera pertinente. Y sobre lo que dices de Sergio Pitol, estoy totalmente de acuerdo. El primer libro de Pitol que cayó en mis manos fue una traducción suya de un escritor polaco hoy bastante olvidado, Jerzy Andrzejewski. El libro se llamaba Las puertas del paraíso y su argumento era el mismo que ya había tratado Marcel Schwob en La cruzada de los niños . Otro dato curioso: en mi ejemplar de La cruzada de los niños, el traductor dedica su versión de la obra a Julio Torri, que es un escritor mexicano rarísimo (o normalísimo, depende desde dónde se le mire) y que fue un hombre de una modestia yo diría que patológica y un gran escritor de textos breves. De alguna manera, Torri fue como el reverso de Alfonso Reyes, la brevedad ante la multiplicidad. Pero dejemos la literatura mexicana. A mí me interesa muchísimo la visión que tienes de la literatura contemporánea argentina, con esos cuatro puntos de referencia que son Macedonio Fernández, Borges, Arlt y Gombrowicz.

Piglia. Macedonio es un escritor excepcional, una especie de Marcel Duchamp de la literatura. Practica un arte puramente conceptual, interesado más en el proyecto que en la obra misma. En realidad, la obra no es otra cosa que el proyecto. Trabajó toda la vida en una novela que sólo era la idea de una novela que nunca se empezaba a contar y que estaba hecha básicamente de prólogos y de anuncios. Borges aprendió todo de él, sobre todo, la inutilidad de desarrollar un argumento que se puede resumir y contar como si ya estuviera escrito. Pensaba en Macedonio el otro día cuando leí que Eric Satie no abría nunca las cartas que recibía, pero las contestaba todas. Miraba quién era el remitente y le escribía una respuesta. Encontraron las cartas cerradas en un altillo y las publicaron junto con las respuestas de Satie. La correspondencia es fantástica porque todos hablan de cosas distintas y ésa, por supuesto, es la esencia del diálogo.

Bolaño. Yo creo que las cartas de Satie muestran una cierta deferencia para con el interlocutor, es decir, no deja cartas sin contestar, pero el conjunto de la correspondencia más bien es una aceptación, razonable, eso sí, de la imposibilidad del diálogo, aunque también caben otras explicaciones, la más obvia sería la desconfianza de Satie en la palabra escrita, que me parece improbable pues Satie es uno de los músicos que más ha escrito. También existe la posibilidad de que Satie, conociendo a sus amigos, no considerara necesario abrir sus cartas, o lo considerara redundante. Es curioso, pero podemos encontrar más de una semejanza entre Macedonio y Satie, pero ninguna entre Borges y Satie. Y yo creo que esto se debe a que Borges no lo aprende todo de Macedonio, sino también, una parte importante, de Alfonso Reyes, quien lo cura para siempre de cualquier veleidad vanguardista. Macedonio es el riesgo, la audacia, el vanguardismo y el criollismo juntos, pero Alfonso Reyes es el escritor, la biblioteca, y el peso que tiene sobre Borges es importantísimo, tanto en el desarrollo de su poesía como en su prosa. Digamos que Reyes proporciona el elemento clásico a Borges, la mesura apolínea, y eso de alguna manera lo salva, lo hace más Borges.

Piglia. Alguno de nosotros pensamos que quizá el siglo próximo será macedoniano, y que Borges estará ahí con el bello texto necrológico que leyó en la Recoleta, en medio de la tristeza general (lloviznaba en Buenos Aires), cuando hizo reír a los deudos con un chiste de Macedonio dicho en el entierro (“los gauchos fueron inventados para entretener a los caballos en las estancias”). Reyes era un caballero, leo siempre que puedo El deslinde. En cuanto al efecto Satie-Duchamp, creo que Borges es vanguardista como lector mientras que como escritor quiere ser clásico. En cuanto a la cortesía de Satie con sus amigos, es verdad que a los amigos se les contesta siempre y nunca importa lo que uno les diga en las cartas.

Bolaño. Sí, a un amigo se le contesta siempre, algo que a veces puede resultar terrible. Michel Tournier, en El espejo de las ideas, opone a la amistad el concepto del amor, y viene a decir algo como que todo lo que no toleraríamos jamás a un amigo, un acto de vileza, por ejemplo, lo toleramos y lo aceptamos en el amor, pues el amor, en ocasiones, y al contrario que la amistad, también se alimenta de la vileza, de la cobardía, de la bajeza. El amor, y la historia está llena de ejemplos que lo certifican, puede ser coprófago, algo que jamás es la amistad. Bueno, todo esto es relativo, por supuesto. William Burroughs zanja la cuestión a su manera, cuando afirma que el amor es una mezcla de sentimentalismo y sexo. Recuerdo que cuando leí esta declaración de Burroughs, a los veintipocos años, me sentí muy apesadumbrado.

Piglia. Los amigos son lo mejor de la poesía, decía siempre un poeta argentino, Francisco Urondo, que murió asesinado por la dictadura militar. Las amistades literarias tienen siempre un aire extraño. La amistad entre Alfonso Reyes y Borges, por ejemplo, o la amistad silenciosa y brevísima entre Beckett y Burroughs, que se encontraron en Suiza y estuvieron una tarde juntos casi sin decir nada, conversando sobre ciertos matices del inglés en Irlanda que intrigaban a Burroughs (Beckett casi no habló, sólo dijo una frase que Burroughs consideró siempre el mayor elogio que había recibido: “Usted es un escritor”). O la amistad de Hannah Arendt y Mary McCarthy, fantástica, de la que nos ha quedado la correspondencia. O la amistad de Gombrowicz con el poeta Carlos Mastronardi, que discurría siempre del mismo modo. Mastronardi, que era un hombre muy fino y muy discreto, un gran noctámbulo y un extraordinario poeta que en toda su vida escribió un solo libro , lo esperaba en el Querandi, un café de Buenos Aires, tomando un té, y Gombrowicz llegaba siempre un poco apurado. Mastronardi lo recibía con gentileza y preguntaba “¿cómo está, Gombrowicz?”. Y Gombrowicz le decía siempre: “Cálmese, por favor, Mastronardi”. Como si Mastronardi se hubiera dejado llevar por una emoción excesiva por el solo hecho de saludarlo gentilmente. “Cálmese, Mastronardi”, fue durante años una de las consignas de mi juventud. Por eso, en fin, quiero decirte que esta conversación va a ser el comienzo de una amistad, o la continuación de la amistad que hemos establecido ya con nuestros libros. Pienso ir a Barcelona en las próximas semanas y ojalá podamos vernos y por supuesto siempre puedes venir a visitarme a California.

Bolaño. Yo también espero que nos podamos ver pronto, aquí o en cualquier parte.

Extranjeros del Cono Sur. Babelia (revista semanal) del diario El País, España, 3 de marzo del 2001.

jueves, 29 de octubre de 2009

No soy en absoluto un virtuoso del piano, me dije, no soy un intérprete, no soy un artista reproductor. Ni un artista siquiera. Lo degenerado de aquel pensamiento me había atraído en seguida. Todo el tiempo, mientras iba a casa del maestro, había dicho, una y otra vez, esas palabras: ¡Ni siquiera un artista! ¡Ni siquiera un artista! ¡Ni siquiera un artista! P.18

Miles de sus papeles yuxtapuestos, pensé, y publicarlos con el título El malogrado. Absurdo. Yo había calculado que él había aniquilado todos esos papeles en Traich y Viena. No dejar huella fue, al fin y al cabo, una de sus máximas. P.61

…ya antes de haber conocido a Glenn, había pensado en dejarlo, en la falta de sentido de mis esfuerzos, a dondequiera que iba, yo era siempre el mejor, pero acostumbrado a esa situación, no dejaba de pensar en dejarlo, en interrumpir algo sin sentido, en contra de todas las voces que me aseguraban que yo era uno de los mejores, pero ser uno de los mejores no me bastaba, quería ser el mejor o nada, de forma que lo dejé, y regalé mi Steinway… Ser el mejor o no ser nada había sido siempre mi pretensión, en todos los aspectos. Por eso acabé finalmente en la calle del Prado, en un anonimato total, ocupado en mi insensatez de escritor. P.90

Thomas Bernhard

Fragmento El Malogrado

A nuestro padre no le perdonamos que nos haya hecho, a nuestra madre que nos haya parido, decía, a nuestra hermana que sea continuamente testigo de nuestra desgracia. Existir no significa otra cosa al fin y al cabo que: nos desesperamos, según él. Cuando me levanto, pienso en mí con horror y me aterra todo lo que me espera. Cuando me acuesto, no tengo otro deseo que morir, no desesperarme más, pero entonces me despierto otra vez y ese espantoso proceso se repite, se repite en definitiva durante cincuenta años, no hemos deseado otra cosa que estar muertos, y que seguimos viviendo aún y que no podemos cambiar nada, porque somos totalmente incosecuentes, según él. Porque somos la miseria misma, la bajeza misma. ¡Sin talento musical!, exclamaba ¡sin talento para existir! Somos tan altaneros que creemos que estudiar música es lo que importa, cuando ni siquiera somos capaces de vivir, ni siquiera estamos en condiciones de existir, porque la verdad es que no existimos, ¡no existen!, así dijo una vez en la Währingertrasse, después de haber caminado los dos cuatro horas y media por Brigittenau, hasta el agotamiento total. P.55



El se quedaba casi sin aliento cuesta arriba y, sin embargo, se me adelantaba. No podía subir escaleras y, sin embargo, estaba en el tercer piso antes que yo, todo intentos de suicidio, pensé ahora, observando la sala del mesón, intentos inútiles de escapar al existir. P.56

…Werthaimer no se mató en el momento más favorable para él, quien se mata no se mata nunca en el momento más favorable para él, pero la llamada muerte natural es la que se produce en el momento más favorable. Werthaimer había querido emular a Glen, pensé, y al mismo tiempo darle una lección a su hermana, pagárselo todo con creces, al ahorcarse prcisamente a sólo cien pasos de la casa de ella en Zizers. Se compró un billete en Zizers junto a Chur, y se fue a Zizers y se ahorcó a cien pasos de la casa de su hermana. P58

Thomas Bernhard

sábado, 24 de octubre de 2009

Esta es una banda japonesa que sigue la línea del género musical Zeuhl, una rama del progresivo creada por el gran baterista Christian Vander, líder de la banda francesa Magma. Zeuhl significa en Kobaïano (lengua inventada después de un sueño por Vander -más o menos a la manera de Tolkien)celestial.

sábado, 17 de octubre de 2009

POEMA PARA EVM

Qué lugar es ése al que nos llevarán nuestras palabras, las

bellas durmientes, por caminos a menudo distintos, qué eriazo,

qué infierno, qué nos espera allí, Enrique, en esa blancura en la

que nos reuniremos finalmente, qué aullidos, qué silencio,

qué permutaciones nos aguardarán cuando hayamos

atravesado todo lo que hay que atravesar, cuando nos

hayamos despojado de todo, qué olvidos, qué.

En algún lugar infinito se esconde, en un tiempo que nos es

ajeno, que ni siquiera nos molestamos en mensurar, allí, donde

tiene una casa nuestro terror de alquiler.


Roberto Bolaño

jueves, 8 de octubre de 2009

La competición



Al señor Valéry no le gustaba competir.
Solía decir, al respecto de cualquier competición, que todas las clasificaciones eran malas del primero al último puesto.
Y se preguntaba:

-¿Ganar a los demás para qué? ¿Perder frente a los demás por qué?
-Prefiero ser el viceúltimo o subúltimo -apostillaba con ironía.

Y explicaba:

-Sólo existe justicia en una competición si todos parten de condiciones iguales. Pero eso no existe, sabido es. Y si todos fuesen iguales, ¿cómo podría quedar uno por delante de otro? En una competición las personas siempre acaban como habían empezado -concluía el señor Valéry.

Y el señor Valéry añadía:

-A mí lo que me gustaría sería una carrera de cien metros en la que cada pista terminase en un punto distinto.

-Imaginad cuatro pistas de cien metros que fuesen así...

Imagen

-De este modo -proseguía el señor Valéry-, al acabar la competición, cada atleta comprendería mejor que le esperaba al día siguiente. Aunque ganara la competición, acabaría la carrera solo, lo que en sí es una pequeña lección de vida.

Y tras esta afirmación algo ambigua, el señor Valéry retomó su paseo diario, el cuerpo ligeramente encorvado, el sombrero calado hasta las orejas, y solo, completamente solo. como siempre.

Gonzalo M. Tavares
El señor Valéry

miércoles, 7 de octubre de 2009

Taza-alcantarilla


A veces pienso que de no haberte ido, las cosas habrían marchado bien. Uno conoce la distancia, a veces ni siquiera es necesario salir del país, exiliarse para sentirse desplazado o fuera de lugar.
Pasa el tiempo. Las cosas en casa no cambian mucho, quizá use el cabello más corto o largo, depende del clima, pero en el fondo seguimos siendo los mismos. Nos citamos en un café que seguramente no conoces, pero eso no tiene importancia. Hablamos de qué, no lo recuerdo para este momento. Y me miras mientras mueves tus labios, seguro no tienes idea de las ganas que tengo de lanzarme, pero tampoco importa.Y pasamos unas horas juntos, mientras me hablas de una película que no has visto; del trabajo, de tu tesis y esas cosas a las que ya no pertenezco. Y así, mientras más hablamos, más me doy cuenta de lo infinitamente alejados que nos encontramos. Tú allá con una vida de no sé qué y yo mientras miro como es que crece un árbol, y que el césped nada más no pega. En algún momento pienso en una canción:

Ah but you got away, didn't you babe,
you just turned your back on the crowd,
you got away, I never once heard you say,
I need you, I don't need you,
I need you, I don't need you
and all of that jiving around.

Tomo mi café y miro hacia la calle, prendo un cigarro y vuelvo a verte, pienso en invitarte a mi caos, a perder lo poco que queda en una apuesta contra el tiempo, pero no, me parece una mejor idea que ninguno al fin, se necesite. El agua siempre correrá hacia un hueco.

martes, 29 de septiembre de 2009

...la miseria genera un cierto erotismo y expresa una necesidad. El deseo de seguir vivo a pesar de todo o la comprobación de que en lo más subterráneo y bajo, en los sótanos más oscuros, se siguen imitando los gestos de la vida.

Santiago Gamboa

viernes, 25 de septiembre de 2009

Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento. Andar sin pensamiento.

Ricardo Piglia o fue ¿Emilio Renzi?

lunes, 21 de septiembre de 2009

Lo más parecido a la felicidad era el ritmo constante de las obligaciones ineludibles que le sujetaban al momento presente como los alfileres sujetan las mariposas enmarcadas.

Ray Loriga

domingo, 20 de septiembre de 2009

Cualquier estilo, cualquier actitud definida nace de la eliminación, nace, en definitiva, de un empobrecimiento. W. Gombrowicz

martes, 15 de septiembre de 2009

La francesa

Una mujer inteligente.
Una mujer hermosa.
Conocía todas las variantes, todas las posibilidades.
Lectora de los aforismos de Duchamp y de los relatos de Defoe.
En general con un auto control envidiable,
Salvo cuando se deprimía y se emborrachaba,
Algo que podía durar dos o tres días,
Una sucesión de burdeos y valiums
Que te ponía la carne de gallina.
Entonces solía contarte las historias que le sucedieron
Entre los 15 y los 18.
Una película de sexo y de terror,
Cuerpos desnudos y negocios en los límites de la ley,
Una actriz vocacional y al mismo tiempo una chica con extraños rasgos de avaricia.
La conocí cuando acababa de cumplir los 25,
En una época tranquila.
Supongo que tenía miedo de la vejez y de la muerte.
La vejez para ella eran los treinta años,
La Guerra de los Treinta Años,
Los treinta años de Cristo cuando empezó a predicar,
Una edad como cualquier otra, le decía mientras cenábamos
A la luz de las velas
Contemplando el discurrir del río más literario del planeta.
Pero para nosotros el prestigio estaba en otra parte,
En las bandas poseídas por la lentitud, en los gestos
Exquisitamente lentos
Del desarreglo nervioso,
En las camas oscuras,
En la multiplicación geométrica de las vitrinas vacías
Y en el hoyo de la realidad,
Nuestro absoluto,
Nuestro Voltaire,
Nuestra filosofía de dormitorio y tocador.
Como decía, una muchacha inteligente,
Con esa rara virtud previsora
(Rara para nosotros, latinoamericanos)
Que es tan común en su patria,
En donde hasta los asesinos tienen una cartilla de ahorros
y ella no iba a ser menos,
Una cartilla de ahorros y una foto de Tristán Cabral,
La nostalgia de lo no vivido,
Mientras aquel prestigioso río arrastraba un sol moribundo
Y sobre sus mejillas rodaban lágrimas aparentemente gratuitas.
No me quiero morir, susurraba mientras se corría
En la perspicaz oscuridad del dormitorio,
Y yo no sabía qué decir,
En verdad no sabía qué decir,
Salvo acariciada y sostenerla mientras se movía
Arriba y abajo como la vida,
Arriba y abajo como las poetas de Francia
Inocentes y castigadas,
Hasta que volvía al planeta Tierra
Y de sus labios brotaban
Pasajes de su adolescencia que de improviso llenaban nuestra habitación Con duplicados que lloraban en las escaleras automáticas del metro,
Con duplicados que hacían el amor con dos tipos a la vez
Mientras afuera caía la lluvia
Sobre las bolsas de basura y sobre las pistolas abandonadas
En las bolsas de basura,
La lluvia que todo lo lava
Menos la memoria y la razón.
Vestidos, chaquetas de cuero, botas italianas, lencería para volverse loco,
Para volverla loca,
Aparecían y desaparecían en nuestra habitación fosforescente y pulsátil,
Y trazos rápidos de otras aventuras menos íntimas
Fulguraban en sus ojos heridos como luciérnagas.
Un amor que no iba a durar mucho
Pero que a la postre resultaría inolvidable.
Eso dijo,
Sentada junto a la ventana,
Su rostro suspendido en el tiempo,
Sus labios: los labios de una estatua.
Un amor inolvidable
Bajo la lluvia,
Bajo ese cielo erizado de antenas en donde convivían
Los artesonados del Siglo XVII
Con las cagadas de palomas del Siglo XX.
Y en medio
Toda la inextinguible capacidad de provocar dolor,
Invicta a través de los años,
Invicta a través de los amores Inolvidables.
Eso dijo, sí.
Un amor inolvidable
Y breve,
¿Como un huracán?,
No, un amor breve como el suspiro de una cabeza guillotinada,
La cabeza de un rey o un conde bretón,
Breve como la belleza,
La belleza absoluta,
La que contiene toda la grandeza y la miseria del mundo
Y que sólo es visible para quienes aman.



Roberto Bolaño. Los perros románticos

martes, 8 de septiembre de 2009

Pasión significaba desilusión; y es el entusiasmo de la noche el que, más tarde, por la mañana, nos dejará sin fuerzas.

Gonzalo M. Tavares

lunes, 17 de agosto de 2009

Tierra de Fuego

Estuvimos hablando en la cocina hasta la alta noche;
la lámpara de aceite brillaba con suavidad
y los objetos, alentados por su quietud,
surgieron en medio de la oscuridad para decirnos
sus nombres: silla, jarra, mesa.

A medianoche, me invitaste a contemplar
el oscuro cielo de agosto, recorrido
por una explosión de estrellas.
El pálido resplandor de la noche infinita
temblaba encima de nosotros.

El mundo ardía en silencio,
un fuego blanco que lo envolvía todo,
ciudades, iglesias, pilas de heno con perfumes
de trébol y yerbabuena. Los árboles ardían
en sus copas, el viento, las llamas, el agua, el aire.

¿Por qué es tan silenciosa la noche, si los volcanes
mantienen los ojos abiertos y el pasado
es presente, amenazando, acechando
en su guarida, como el enebro o la luna?
Tus labios están fríos y la aurora
será un pañuelo en una frente enfebrecida.

lunes, 13 de julio de 2009

Bitácora del suicidio

Hans Mayer, alias Jean Améry. Filósofo suicida, y teórico del suicidio. Nació en Viena en 1912, en una familia principalmente judía pero asimilada e integrada en el Imperio Austro-húngaro. Aunque ninguno se hubiese convertido al cristianismo formalmente. Él no se consideraba judío: no conocía el hebreo ni la cultura judía, religiosamente era un agnóstico.

Quien ha sido torturado lo sigue estando (...)Quien ha sufrido el tormento no podrá ya encontrar lugar en el mundo, la maldición de la impotencia no se extingue jamás. La fe en la humanidad, tambaleante ya con la primera bofetada, demolida por la tortura, luego no se recupera jamás.


La tortura fue para él una muerte interminable: se suicido en 1978.

Levantar la mano sobre uno mismo. Es verdad que a mí siempre me ha parecido tan sumamente aguda y penetrante que me inclino a utilizarla por muy fenecida que esté. Levantar la mano sobre uno mismo. Se me ocurre una horrible acción suicida de la cual habla Gabriel Deshaies en su libro La psichologie du suicide, aparecido en 1947...


Un herrero puso su cabeza entre los bloques de un tornillo de banco y atornilló con la mano derecha el aparato hasta que le rompió el craneo... El hombre que se corta la yugular con la navaja de afeitar. El poeta y guerrero japonés Mishima se clava la punta de su sable en el vientre, tal como lo dispone el ritual. Un preso enrosca su camisa, que ha desgarrado para hacer una cuerda, rodea su cuello con ella y se ahorca en los barrotes de su celda. Modos violentos de muerte: realmente se levanta la mano.

Levi, Primo. Los hundidos y los salvados. El Aleph editores. Barcelona, 2005.
Améry, Jean. Levantar la mano sobre uno mismo. Discurso sobre la muerte voluntaria.
Pre-textos. España,2005

martes, 16 de junio de 2009

No había nada

No hay comisarías, no hay hospitales, no hay nada. Al menos no hay nada que puedas conseguir con dinero. "Nos movemos con impulsos instantáneos...Algo así destruirá el inconsciente y quedaremos en el aire..."

miércoles, 6 de mayo de 2009

Instantánea en la estación de Tren

para Jos

Y la única separación que ahora nos amenaza es el sueño
Adam Zagajewsky



Luis Gondo saca de entre todos sus papeles un cartoncillo que había depositado meses atrás. Doblado. Estaba perdido como quien pretende olvidar y se hace el tonto jugando a las escondidas. Cabe decir que se trata de un boleto de viaje. Gondo no había podido deshacerse del cartoncillo. Intentó regalarlo. Un amigo suyo había visitado la ciudad y se lo ofreció. El amigo también guardaba uno: en su cartera. Todos intentamos materializar a la memoria. De ahí que existan los souvenirs.
Luis Gondo se efrenta a dos posibilidades. Sabe que su destino está trazado de manera descifrable: hacer el viaje o seguir reduciendo sus sensaciones a un insignificante pedazo de papel. Gondo entonces, asume una tercera. Llega a la estación del metro y mira las manecillas. Intenta escuchar el paso del tiempo y se mira parado frente al abismo del olvido. Sabe que el boleto no-significa. Que somos nosotros quienes re-significamos las cosas: produciendo su propia carencia. Trazando ausencias.
Deposita el cartoncillo en la máquina de acceso. Una vez dentro del vagón, nada importa. Se acerca a su mundo privado, lentamente llega a la hora del sueño, donde sabe que sus deseos no mienten.
Cuando la gente regresa de ciertos viajes
ellos pueden volver
pero nunca la ciudad que dejaron atrás.
Y los amantes
siempre somos esa ciudad.
Heriberto Yépez

lunes, 13 de abril de 2009

Espejismos habitados


" Un mapa, -dijo-, es una sinopsis de la realidad, un espejo que nos guía en la confusión de la vida. Hay que saber leer entre líneas para encontrar el camino. Fíjese. Si uno estudia el mapa del lugar donde vive, primero tiene que encontrar el sitio donde está al mirar el mapa. Aquí, por ejemplo, -dijo-, está mi casa. Hizo una cruz...Hay representaciones que se unen con las cosas de las que son signos por una relación visible. Pero en esa visibilidad hacen desvanecer el original. Cuando se mira un objeto como si fuera la imagen de otro se produce lo que yo he decidido llamar la situación sinóptica. Así es la realidad. Vivimos en un mundo de mapas y réplicas...-La idea de una cosa que deviene otra cosa que es ella misma y se sutituye en su doble, nos atrae, y por eso producimos imágenes. Pero mientras que el desdoblamiento representativo remite al despliegue de una relación articulada sobre un relevo, la sustitución sinóptica, -lo que yo llamo la sustitución sinóptica- significa la supresión del relevo intermediato. La réplica es el objeto convertido en la idea pura del objeto ausente."
Fragmento: Pequeño proyecto de una ciudad futura
Ricardo Piglia

jueves, 2 de abril de 2009

At The Chime Of A City Clock


A city freeze get on your knees
Pray for warmth and green paper

A city drought, you’re down and out
See your trousers don’t taper
Saddle up kick your feet
Ride the range of a London street
Travel to a local plane
Turn around and come back again

And at the chime of a city clock
Put up your road block
Hang on to your crown
For a stone in a tin can
Is wealth to the city man
Who leaves his armour down

Stay indoors beneath the floors
Talk with neighbours only
The games you play make people say
You’re either weird or lonely
A city star won’t shine too far
On account of the way you are
And the beads around your face
Make you sure to fit back in place

And at the beat of a city drum
See how your friends come in twos,
Or threes or more
For the sound of a busy place
Is fine for a pretty face
Who knows what a face is for

The city clown will soon fall down
Without a face to hide in
And he will lose if he won’t choose
The one he may confide in
Sonny boy with smokes for sale
Went to ground with a face so pale
And never heard about the change
Showed his hand and fell out of range

In the light of a city square
Find out that face that’s fair
Keep it by your side
When the light of the city falls
You fly to the city walls
Take off with your bride

But at the chime of a city clock
Put up your road block
Hang on to your crown
For a stone in a tin can
Is wealth to the city man
Who leaves his armour
Down

martes, 31 de marzo de 2009

domingo, 29 de marzo de 2009

Plain notebook (Fragmento)


*

El viajero no sabe que la ciudad de Puebla se sostiene por deseos, y éstos, a su vez, son los que poseen a sus habitantes.

*

Thomas Klaus miraba el reloj que indicaba las 12:00 horas, la estación de trenes estaba habitada por cientos de jóvenes estudiantes, él se podía distinguir por su cabello largo y su estilo de vestir pasado de moda: suéter de rombos y pantalón de pana café; todos los demás uniformados. Alemanes. Todo un ejército de batalla. Klaus llevaba bajo la axila una cantidad considerable de papel de estraza y una libreta Moleskine, que estaba envuelta entre los demás papeles. Su equipaje: una maleta y un reproductor con música de Can, Manneheim Steamroller y Museum Rosenbach.

*

Plain notebook

Jardines de San Francisco

Puebla, 19 de febrero

Llevo relativamente pocos días en esta ciudad que me parece fascinante. Puebla se descubre en una estructura arquitectónica barroca, caótica, pero su traza es tan clásica, tan lineal, que por momentos pienso que no ­podré extraviarme en esta urbe. Mientras camino por un lugar que se encuentra cruzando lo que antes fue un río, una especie de fatamorgana: un jardín con desniveles que es capaz de aislar los sonidos de la ciudad y la antigua arquitectura de una fábrica que se descubre sólo una vez que te internas en ella, hasta el momento de pertenecer a este gran espacio verde. Decía que mientras camino, veo a muchas parejas, expresan su cariño de una forma ajena, parece que todos viven un simulacro de pasiones, todos actúan de forma mecánica: se toman de la mano, se sientan y besan. En mi país, sólo queda el yo.

*

Thomas Klaus reconoce en el viaje una búsqueda. Sabe que ahí todo se torna más entrañable.


*

Después de un camino de media hora han dejado atrás la ciudad, al menos eso piensa Thomas, puede ver desde el estudio de Perla un mosaico de luces. Siente igual que él a la ciudad fragmentándose en la oscuridad. Se queda mirando a lo lejos

y no dice

palabra [ ].

Cree que la casa es una fatamorgana a las afueras de Puebla. Después de un rato toman el té preparado por Perla y conversan… se sugieren.

Perla mira los ojos verdes de Thomas y desnuda el cuerpo en el paraíso de su memoria, ella desconoce el destino de esta idealización, se calla porque tiene miedo de nombrar lo que no existe. Sabe que llegar a su casa fue una muestra mínima de la trascendencia del tiempo en ese espacio reflejado en la mirada de Thomas Klaus, que no tiene más que el presente: sentados en el césped y que el futuro, como dice Enrique Vila-matas, es sólo una figura retórica.


martes, 17 de marzo de 2009

Crimen contra las letras

Hay dolores que matan: pero los hay más crueles,
los que nos dejan la vida sin permitirnos jamás gozar de ella.


Guillaume Apollinaire

Después de enterarme de las atrocidades por parte del estado, no tengo más que mostrar la molestia contenida en el silencio de las letras. Más allá de la estrecha relación que mantengo con Miguel Ángel, Federico y Álvaro, me parece, debe tratarse de una denuncia. ¿En qué clase de País estamos viviendo? ¿Existe algún ligero valor ético en la gente que se supone debe "salva guardar" a la ciudadanía en Puebla y en México en General?Me parece que no. Sin duda son preguntas comunes, pero las dajemos en el olvido y se activan, desgraciadamente, una vez que el terror está cercano.
Ahora, mientras observo la fotografìa de mi amigo Federico Vite, golpeado con una brutalidad cercana sólo a la de un animal, pregunto, cuál es la función de la escritura, qué tanto daño puede ocasionar. No lo sé. Si algo puedo decir con palabras, seguramente no se compara en nada con el tiempo que tuvieron secuestrados a mis tres amigos y el miedo que después de una amenaza, un atentado contra sus vidas, queda en el incesante segundo de la memoria que una vez más, es golpeada en mi país.

Nota del diario: La jornada de Oriente

El día Miércoles 18 de Marzo
a las 12 hrs. habrá una rueda de prensa:
Profética Casa de la Lectura
3 sur 701.
Puebla, Puebla. 72000
México


Los esperamos...

lunes, 16 de marzo de 2009

Repudiamos agresión contra escritores

A la presidenta constitucional de Puebla capital

A la comunidad artística en general

A la población en general





El día 14 de marzo, aproximadamente a las 3:30 horas, los escritores Federico Vite, Miguel Ángel Andrade y Álvaro Solís fueron víctimas de una brutal agresión policiaca en pleno centro histórico de la ciudad de Puebla capital, en México.

Lo que comenzó como una revisión rutinaria derivó en una serie de atrocidades que pusieron en peligro la vida de Vite, Andrade y Solís. Los escritores se dirigían a sus respectivos domicilios cuando fueron interceptados por cuatro policías armados, quienes descendieron de una patrulla (camioneta Dodge, cuyo número se omite para no entorpecer las averiguaciones) y de inmediato los amagaron con armas largas. Golpearon a Vite, Andrade y Solís; los esposaron, los atacaron en el piso y los aventaron a la batea de la camioneta.

Los insultos, intimidaciones y vejaciones duraron aproximadamente cuarenta minutos; el comando dedicado a salvaguardar la seguridad de los habitantes de esta ciudad abandonó a los escritores en un solitario paraje a las orillas de Puebla.

La golpiza incluyó amenazas de muerte, burlas y encañonamientos con armas largas, además de una constante humillación y vejación a los escritores. La ira y violencia de los policías se desató cuando Federico Vite se identificó como reportero del periódico Intolerancia. Algunos de los insultos y amenazas que profirieron los policías durante el trayecto en la camioneta fueron: “¿Crees que por ser de la prensa no te podemos partir la madre?”, “la prensa se ha encargado de humillarnos ante la sociedad, a ver si a golpes aprenden a callarse”, “¿te crees muy cabrón sólo porque eres periodista, ahora vas a aprender a callar?”.

El evidente desprecio y rencor de los policías refleja la impunidad que desde hace tiempo rige este país. Recordemos, por ejemplo, que en el estado de Puebla se ordenó la persecución de Lydia Cacho Ribeiro; además, Puebla, de acuerdo con el Centro de Periodismo y Ética Pública (CEPET), es el cuarto lugar nacional en agresiones contra periodistas.

¿Qué confianza hay en los grupos policiacos, cuando en lugar de salvaguardar la seguridad de los habitantes son los encargados de asaltar, golpear, humillar y amenazar a los civiles? ¿Cómo es posible que el Ayuntamiento de Puebla se haya gastado --- millones de pesos de publicidad e imagen y en un año de gobierno no haya invertido el mismo capital en sanear los cuerpos policiacos?

El combate a la delincuencia no exime, por ningún motivo, el respeto a los derechos humanos. La inseguridad es otra forma de evitar la libre expresión de ideas. Exigimos el irrestricto respeto a las garantías individuales de los escritores, hacemos público nuestro apoyo a los compañeros y manifestamos nuestro repudio en contra de estos hechos. Exigimos que se castigue a los responsables y se garantice la seguridad de Álvaro, Federico y Miguel Ángel.

El ultraje que sufrieron estos jóvenes representa también un agravio directo contra toda la comunidad literaria de Latinoamérica, por este medio nos solidarizamos con ellos.



Puebla de Zaragoza, México

14 de marzo de 2009

viernes, 6 de marzo de 2009

Fracturas en el paisaje


Hay una condición fractus. El caso del lector no es la excepción. ¿Qué está pasando con la lectura que cada vez se reduce más? Podría llamarlo el malestar del link, la búsqueda perpetua de información. Nos llenamos, sobresaturamos la mente de información y olvidamos que nuestra memoria es espacial, entonces, ¿por qué esa idea de búsqueda concreta en la pantallas de la computadora? ¿por qué no dejarnos perder por los extraños caminos del libro, por la pantanosa senda de historias, por ese peso de las tapas y el olor de sus hojas? Hay una extraña relación que por momentos parece analogía. No lo es. Cuando leemos es bien sabido que nos encontramos en una especie de soledad, nos damos un tiempo para nosotros; sin embargo, el uso de computadoras y celulares, no marca ninguna relación directa con ese espacio solitario, es una soledad cibernética, un vacío saturado de enlaces. Nada tiene que ver.

Fracturemos nuestro entorno cotidiano, demos tiempo a la soledad, al café de las 5 de la tarde frente al libro, saquemos del bolsillo el último ejemplar adquirido y olvidemos el ruido de la ciudad en cualquier parque, adentrémonos en espacios rotos y con esa pedacería armemos nuestra realidad.


Más sobre el tema: Lector fragmentario

domingo, 15 de febrero de 2009

“4 minutos y 33 segundos” ¿escuchar a través del silencio?


John Cage fue heredero de una cultura musical en transición, alumno de Arnold Shoenberg ( quién rompiera la tradición tonal y fuera precursor del atonalismo , el dodecafonismo y el serialismo), amigo del pintor “avan-garde” Rauschenberg y de Pierre Boulez, Cage fue desde el comienzo de su carrera musical un revolucionario tanto de la estructura y forma composicional (procesos aleatorios de notación gráfica etc.) como de los elementos tímbricos de ésta (inclusión de ruido –incidental , no incidental- , uso de elementos extramusicales como productores de sonido y medios electrónicos) pero aún más importante es su aportación al cambio de la estética musical al concebir el silencio como parte fundamental y única generadora de toda creación musical.

En 1951 John Cage visitó la camara acústica de la universidad de Harvard para obtener una perspectiva del “silencio total”, al llegar ahí se dio cuenta de que en ésta cámara percibía dos sonidos , uno alto y otro bajo, el primero su sistema nervioso y el segundo los latidos de su corazón y la sangre corriendo por sus venas, esto cambió por completo su concepto del silencio, no había manera realmente de experimentar el “silencio” mientras se estuviera vivo. Nietzsche, ya lo había intuido, por ello sus objeciones a la música de Wagner fueron de orden fisiológico ¿para qué disfrazarlas bajo fórmulas estéticas?: “que no se pueda respirar cuando se escucha esta música está señalando que no es la adecuada para la vida.”14 El sonido es continuo, es una manifestación del torrente vital, de modo que , según expresa Cage, "El significado esencial del silencio es la pérdida de atención”. El silencio no es pues un problema acústico. Esto constituye un radical giro, un cambio fundamental de concepción: “el silencio es solamente el abandono de la intención de oir”. Cage dedicó su música a este cambio, a la exploración de “la no-intención”.

Los sonidos ambientales , los sonidos naturales del entorno en que se interpreta la pieza de la “no-intención”, una especie de espacio para reflexionar primero, acerca de que el silencio es sólo la pérdida de atención a un evento (pues el sonido es continuo) ahora concentrándose en esa pérdida de atención (y escribiendo una pieza basada en eso) surge el sonido de nuevo (no el intencionado , o el escrito por el compositor, sino el que se hallaba en ése lugar desde antes) ahora con un marco de referencia , “4 minutos y 33 segundos” para oír a través del silencio el sonido que se encontraba de antemano en ésa sála , para encontrar la verdadera naturaleza del sonido en el presente.

Esta búsqueda de Cage no corresponde a un puro afan experimental, sino que hunde sus raices en tópicos fundamentales como el sentido y propósito de la música, su inmemorial sacralidad, sus alcances terapeúticos y espirituales, como el de serenar la mente para hacerla suceptible a las resonancias espirituales y a la comunicación con lo divino.

http://revista.escaner.cl/node/529

jueves, 29 de enero de 2009

Me darás mil hijos (cenizas)



Miembros de la banda:
Mariano Fernández: voz | coros | guitarras criolla y acústica
Santiago Fernández: guitarra criolla | cavaquinho | charango
Gustavo Semmartín: guitarras criolla y eléctrica | cuatro | banjo
Leonora Arbiser: acordeón | piano
Carolina Flechner: batería
Federico Ghazarosian: contrabajo
Christine Brebes: violín
Germán Cohen: trombón | coros
Rodrigo Guerra: banjo | tuba | trombón | coros
Carlos Alvarado: trombón
Damián Rovner: trompeta

http://medarasmilhijos.com.ar

domingo, 25 de enero de 2009

Pequeña orquesta reincidentes (siete suelas)




Sí. Te quiero y te quiero
Sí. Te sigo y te insisto
Siete suelas ya gasté
por bailarte al oído

Siete. Tajos en la ropa
Siete. Espigas de trigo
Siete velas encendí
por mirarme en tus ojos

Enero, flor del Paraná
Febrero, flor de enredadera
Marzo, playas del otro lado
Abril, dormir, pegado, salado

Mayo, aburrirse en un umbral
Junio, borracho de promesas
Julio, soñar sin dios ni patrón
y que al fin me quieras.

jueves, 22 de enero de 2009

Reflejo oxidado

Luis Gondo entra al cuarto. No reconoce. Una intensa luz le molesta al abrir la puerta. Empieza a mover la manija del agua caliente, cree que una ducha será suficiente para calmar la ansiedad de pensarla, como si con el agua se fueran los recuerdos, como si corrieran a través del caño cada uno de los momentos que acechan su mente. Gondo se acerca a la regadera, observa el reflejo plateado y piensa en la condensación del instante, en si acaso el tiempo se puede detener en un reflejo; mira, intenta por un momento encontrar algo que ya no está ahí: Ella no habita más ese espacio, pero insiste en buscarla, encontrar su reflejo en el brillo opaco del óxido en las manijas. Decía que intenta buscarla.

Una mañana la encontró frente a la regadera. Pulía delicadamente el color plata de las llaves, los espacios que parecían no poder ser abarcados; Ella estaba ahí con una franela limpia y el líquido que la ayudaría a verse más hermosa en ese reflejo pequeño, diminuto. Ese instante se convirtió en absoluto al momento en que Luis Gondo contuvo la estampilla plateada en su memoria, reflejada, limpia, contenta en la más pura de las acciones.

El agua cae a chorros sobre la cabeza y moja cada partícula de su ropa. Luis ha olvidado desvestirse. Gondo observa las gotas multiplicándose; como su mente, recrea destellos de la vida que llevó. Cada átomo se multiplica en su cabeza, creando un transtorno (H2O+ H2O + H2O…) que ya parece inabarcable; espera limpiar la memoria como quien lava un espacio blanco, como el personal de intendencia que desmancha con cloro las marcas más sucias en un baño de estación de autobuses; sin embargo, se queda ahí, con un recuerdo oxidado en su memoria mojada.

martes, 20 de enero de 2009

Cansancio

Y de los replanteos
y recontradicciones
y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado
y de los repropósitos
y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables
y del revés y del derecho
y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios
y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo remenos
recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos
repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje
y treta terca en tetas
y recomienzo erecto
y reconcubitedio
y reconcubicórneo sin remedio
y tara vana en ansia de alta resonancia
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario
y poro loco
y parco espasmo enano
y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico
cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos
de tanto error errante
y queja quena
y desatino tísico
y ufano urbano bípedo hidefalo
escombro caminante
por vicio y sino y tipo y líbido y oficio
recansadísimo
de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea
y de la revirgísima inocencia
y de los instintitos perversitos
y de las ideítas reputitas
y de las ideonas reputonas
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias
desde qué mares padres
y lunares mareas de resonancias huecas
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas
sempiternísimamente archicansado
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio
remeditativo o remetafísico y reartístico típico
y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento
y al silencio

A partir de una plática el día de ayer con el joven Dardón, he decidido postear esta mandala.

domingo, 4 de enero de 2009

Puzzle

Pieza blanca. Un reflejo de luz que fragmenta tu pierna.
Calles incompletas de la mente: extravío sensorial.
Una luz en la calle se mueve, ágil suspiro lunar mientras
caminamos estáticos, deteniendo el segundero en cada esquina:
reconstruimos con pedazos el tiempo.
Busco la ausencia en las noches en que armo mi camino con el rostro de la luna y tus esquinas inventadas.
Creo invariablemente en el fragmento y fragmento esto:
El detalle de la luz de tu pierna me persigue, en la mente
pues al final siempre falta algo, un fragmento del espacio, el vacío.

viernes, 2 de enero de 2009

Time Machine


Hay una repetición,

una constante a veces inabarcable, absoluta.

Hay una pintura delineada por las manos de alguien más;

otro es el que crea mi camino, otra la voz que me habla

y la mano, sujeción de instantes que me abarcan

¿Quién me escribe? ¿Persigue algo aquello que dice?

El tiempo remoto supera el estado actual.

Si la palabra y la tinta recrean un espejo

entonces estoy perdiéndome en el infinito,

en la repetición que odio,

en la repetición sin la que no existo;

nada detiene esta repetición, nada.

Todo en un tiempo arena:

reloj repetido del cerebro.