He aprendido que el camino más recto es el laberinto
Christoph Hein
Un día cualquiera por la mañana sales a comprar el desayuno, vives en la periferia de la ciudad, sin duda alguna, "el homo urbanus" se ha convertido en extra urbano, te acompaña un libro que podrías empezar a imaginar como el motivo de la mañana o de los días venideros: Wakefield. Decides salir a conocer un poco más de la frontera de tu ciudad, intentas reducirte: te mueves a pie; contra todo pronóstico, caminas y piensas "no somos nadie", te das cuenta de que tu vida contiene lo esencial para ti en ese momento: un Doctor Pasavento junto al libro de Hawthorne y un repdroductor de música digital, entonces lo conviertes en tu equipaje, una especie de maleta llena de motivos y continuas por ese caos de pasos incesantes.
Un día cualquiera por la mañana sales a comprar el desayuno, vives en la periferia de la ciudad, sin duda alguna, "el homo urbanus" se ha convertido en extra urbano, te acompaña un libro que podrías empezar a imaginar como el motivo de la mañana o de los días venideros: Wakefield. Decides salir a conocer un poco más de la frontera de tu ciudad, intentas reducirte: te mueves a pie; contra todo pronóstico, caminas y piensas "no somos nadie", te das cuenta de que tu vida contiene lo esencial para ti en ese momento: un Doctor Pasavento junto al libro de Hawthorne y un repdroductor de música digital, entonces lo conviertes en tu equipaje, una especie de maleta llena de motivos y continuas por ese caos de pasos incesantes.
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